Esto está pareciendo una categoría, pero no deja de llamarme la atención sobre cómo el discurso publicitario plagia el arte de instalación para buscar una experiencia irreal, cercana a la cotidiana, pero delirante y maravillosa a la vez (¿alguien dijo surrealismo bretoniano?).
Ésta es la conocida escultura de Damián Ortega, artista mexicano que hemos visto varias veces en Madrid:

y éste el anuncio de Ford, espectacularizado:
además, este otro ejercicio de Honda, visto en microsiervos allá por el mes de agosto.
(thanks, Tyler)



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