Presentación

La inauguración del Centro José Guerrero de la Diputación de Granada en junio de 2000 se producía en un contexto en el que otros espacios dedicados a la cultura contemporánea acababan de nacer o estaban a punto de hacerlo. En los años transcurridos desde entonces se ha transformado el mapa español de los museos con la apertura de numerosos centros de arte en la periferia, centros cuyo denominador común es la búsqueda de una identidad propia.

El Centro José Guerrero de la Diputación de Granada no ha obviado el cuestionamiento identitario, sino que, de hecho, ha ampliado la pregunta, y en el nuevo escenario globalizado de la cultura trabaja para redefinir sus objetivos y sus razones de existir, así como para establecer cuáles son sus responsabilidades en este nuevo marco.

Es evidente que la creación de un museo o un centro de arte no responde a un solo motivo. Si fuera así podría pensarse que, en nuestro caso, la relevancia de José Guerrero en la pintura de la segunda mitad del siglo XX sería una razón suficiente. José Guerrero no sólo fue una de las voces más singulares del expresionismo abstracto americano, sino que además ejerció una notable influencia en la renovación del panorama artístico español en los años de la transición. Ahora bien, a pesar de la destacada trayectoria de este artista el museo consagrado a su memoria parte de la convicción de que no debe convertirse en un lugar de culto cuya actividad se centre sola y exclusivamente en su vida y obra. Por ello, ha diversificado sus intereses y quiere articularse como un espacio público al servicio de la sociedad que lo acoge, como un lugar donde sea posible la confrontación y la conciliación de los valores e ideas que confluyen en la cultura contemporánea.

En cuanto a sus funciones, asumimos como necesarias las que canónicamente se le exigen a un museo. Ahora bien, ¿son las clásicas enunciadas por el ICOM las únicas funciones que debe marcarse un museo de arte contemporáneo en el siglo XXI? Es evidente que no y, en este sentido, nuestra intención es la de convertirnos en un espacio de relación, en un lugar para el pensamiento crítico, buscando nuevos modelos y meditando cuál es el papel del arte hoy en su relación con la sociedad actual.

El edificio

El Centro José Guerrero de la Diputación de Granada ocupa un edificio rehabilitado y adaptado con todos los requisitos de la museología actual por el arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas, bajo la supervisión de Gustavo Torner.

Se ubica en la Alcaicería, el más importante centro mercantil de la medina árabe, dedicado principalmente al comercio de la seda. En la misma calle Oficios se encuentran la Lonja y La Madraza, antigua Universidad Árabe y Ayuntamiento de la ciudad durante mucho tiempo. Muy próxima estaba la gran mezquita, donde hoy está la catedral renacentista y la Capilla Real, cuyas cresterías son el fondo de la sala superior del Centro José Guerrero. En el campanario de la catedral tuvo su primer estudio el pintor José Guerrero, como lo tuvo, cuatro siglos antes, Alonso Cano. Se trata por lo tanto de un ámbito cargado de significado histórico y artístico.

El edificio del Centro fue construido por Indalecio Ventura Sabatell en 1892 según proyecto del arquitecto Modesto Cendoya, exponente del eclecticismo y autor más tarde del Hotel Palace en la colina de la Alhambra. Construido para albergar unos almacenes, paso a ser imprenta en 1901, hasta que en 1939 se instalaron en él los talleres y oficinas del diario Patria, que pervivieron hasta 1983.

La obra de rehabilitación, premiada en 2003 por el Colegio de Arquitectos de Granada en la modalidad de Restauración y Rehabilitación, se articula a través de la idea del recorrido como leit motiv de la función museística, a la vez que ahonda en el tema arquitectónico ya esbozado en el antiguo edificio: el exterior se abre a la calle y el interior se vuelca sobre sí mismo y genera un espacio favorable a la contemplación estética. Las propias dimensiones del inmueble favorecen la implementación del modelo museístico finalmente adoptado, basado en la especialización, en la medida, en la escala humana. Los museos pequeños son más fácilmente visitables por un público que cada vez dispone de menos tiempo y de más ofertas culturales, son más abarcables por las instituciones que los crean y mantienen, más ágiles en su creación y funcionamiento y más atractivos para los visitantes.