Tras la proyección de Nueve Cartas a Bertas (1966), Esteve Riambau, profesor de la Autónoma de Barcelona y crítico de cine para diferentes publicaciones, pronunció una conferencia sobre la relación con esta temprana película y el resto de la cinematografía de Patino y la contextualización de Nueve Cartas a Berta en el entorno de los Nuevos Cines en Europa. Esta situación en nuestro país fue, más que peculiar, hasta perversa, ya que no sólo el apoyo legal y financiero a cineastas disidentes como Patino, Summers y Saura provenía del franquismo, sino también el propio deseo de exportar a festivales internacionales estas películas como ejemplo de la permisividad del régimen. Riambau analizó esta situación ideológica, el perfil de los políticos que inspiraron tal ambivalencia, como M. Fraga y García Escudero, y las diferentes respuestas de los jóvenes cineastas. En este sentido, Nueve Cartas a Berta se trataría de una película sobre el ahogo, desesperanza y angustia de una joven clase social ante los patrones sociales e ideológicos del franquismo. Esta amargura, resentimiento e inmovilismo decepcionaría tanto a la derecha, ya que era un retrato de las condiciones de vida de los vencedores, como a la izquierda, pues el protagonisma es un antihéroe que acaba sometido a la indolencia. Joaquín Jordá comentaba que el Nuevo Cine en España era Víctor Hugo (realista), mientras que la Escuela de Barcelona era Mallarmé (simbolista), cuando a Patino, comentaba Riambau, la censura no le permitió hacer Víctor Hugo, no hace Mallarmé, sino que se marcha directamente a las trincheras. En definitiva, es éste el comienzo de la estética de montaje y confrontación que hace estallar las condiciones de vida del régimen con los materiales que éste mismo produce.
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