Magistral abruma con su potencia, dominio, abundancia, derroche. Con su insultante juventud. Alguien que se acerque a los cincuenta, o que los haya superado, podrá acaso decirse, como apuntó Esther García Llovet en Las crudas:
“Hay un grupo de chicas bailando solas en una esquina, guapas y a la moda y enteradas. Son jóvenes. Son jóvenes y lo saben todo. Quizás hacerse adulto es economizar en eso, piensa Esmiz, necesitar saber cada vez menos.”
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