La sala de las pinturas monocromas de Ross: “donde él se sentaba a pensar”, “su celda de aislamiento, la ubicación formal de todos sus recuerdos consagrados”, “aquellos cuadros distintos pero todos igualmente discretos, óleo sobre lienzo, los cinco”, “la propia austeridad de la sala transmitía una intención tan explícita que uno podía sentir que el mero hecho de estar allí ya suponía una violación”, “luz, equilibrio, color, rigor”. Uno de sus posibles referentes es la Capilla Rothko. En Punto de fuga, David Markson anota que en el funeral del maestro del expresionismo abstracto habló Stanley Kunitz, que también escribió para Guerrero.
(Y en otra página, Markson recoge una observación maliciosa de otro autor de esa generación no menos influyente para los posteriores productores de pinturas monocromas: Ad Reinhardt, que explicaba por qué varios pintores bebían en la Cedar Tavern: “Para encontrarse con la gente que más les disgustaba. Otros pintores”.)
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