Dentro de la colección CASMdoc del Centre d’Art Santa Mònica se ha publicado Producta50: Una introducción a algunas de las relaciones que se dan entre la cultura y la economía, quizá el libro más completo de los publicados hasta la fecha en España sobre el trabajo cultural, con ensayos de Manuel deLanda, Joaquín Barriendos, María Ruido y Jaron Rowan, Susana Narotzky, Maurizio Lazzarato, Jorge Luis Marzo y Pedro Jiménez, entre otros muchos. El estudio, consultable en versión íntegra en PDF en castellano, inglés y catalán, analiza las nuevas condiciones laborales en espacios culturales, el cognitariado, con cada vez más similitudes con el precariado, y el lugar problemático de la cultura como sector productor de negocio y el tipo de relaciones que establece con el ámbito económico.
Como complemento, esta relación entre crítica-curaduría y gestión cultural de Lucas Ospina en Esfera Pública.
(¡Gracias Iñaki y Jesús!)
Hace unas semanas tuvimos a Rubén de YProductions impartiendo un seminario sobre gestión y producción cultural. Hemos publicado en nuestra web un resumen de las jornadas y el video íntegro de su última intervención.
Enlace directo: http://aulabierta.info/archivo_de_proyectos/yp_jornadas
gracias, antonio, muy interesante, ¿por qué parece que el postfordismo sea una condición laboral incluso deseable para los gestores culturales? -término que sin duda alude a la excesiva burocratización del trabajo artístico. quizá, y en esta ocasión me parece que así sea, interesaría plantear antes cierta des-especialización del trabajo artístico.
Creo que chema tiene razón. Los otros términos relacionados serían cognitariado y precariado que estarían directamente relacionados entre sí. No sé si la reivindicación de una renta mínima generalizada (a lo «Dinero Gratis») o la independencia que supone la vida precaria serían de interés en este debate. Lo que está claro es que la «paxta» se está convirtiendo en un tema importante del debate y no sé si esto es un desarrollo natural o es el capitalismo de lo cognitivo, en su sentido más empresarial-economicista, el que está inyectando este tipo de reflexiones centradas en las formas de valoración de la cultura. Un economista llamado T. Veblen escribió a principios del XX un libro sobre el «gasto conspicuo» algo que se puede aplicar bastante fácilmente a la cultura y las distinciones sociales que genera: creo que merece atención ahora. A lo mejor habría que pensar también contextualmente y tener en cuenta que en España (coño!) los que se llevan el gato al agua (económicamente y socialmente) debe ser el 2% del cognitariado. Los demás estamos a verlas venir.