Con motivo de la visita de Rafael Argullol al Centro Guerrero el 15 de mayo de 2017, y tomando como punto de partida su concepto de transversalidad, presentamos una serie de textos en el blog con el nombre de uno de sus últimos libros, Archipiélago (Subsuelo, 2015). En Archipiélago, cincuenta autores del mundo de la cultura elegían un fragmento de la obra de Argullol, un fragmento de la obra de otro autor y una imagen que definieran, de una u otra forma, al pensador catalán. Con esta voluntad de indagación, entre el azar y el destino, presentamos nuestra versión transversal de Archipiélago, donde un texto de un escritor y una obra de José Guerrero, como islas con un origen geológico común, ocuparán un mismo espacio para generar un diálogo, expulsarse, acercarse, fundirse o comprenderse mutuamente.
Isaac Páez Catalán (Sevilla, 1984) es licenciado en Historia y profesor de enseñanza secundaria. Hasta la fecha ha publicado los siguientes poemarios: Entre la oscuridad y la química (2004), Contrato a tiempo perdido (XV Premio de Poesía Universidad de Sevilla, 2008), Harmon avenue (Cartonera & Digital), Hijos del euríbor (Ediciones en Huida) y 1922 (VIII Premio de Poesía Antonio Gala). En 2014 Las voces del frío obtuvo el XXV Premio de Poesía de la Diputación de Álava Ernestina de Champourcín, poemario que fue finalista del Premio Euskadi de Literatura en castellano en 2015, y ese mismo año Los versos leporinos fue galardonado con el XXVIII Premio de Poesía Joaquín Lobato. En el ámbito de la narrativa resultó ganador del Certamen Andalucía Joven de Narrativa 2012 por la novela Disparos al aire (Berenice Editorial) y fue finalista de la LXX edición del Premio Nadal de novela en enero de 2014. En 2015 obtuvo el premio de relato Energheia en la ciudad de Matera (Italia). El texto elegido por Páez está basado en un cuento de Gianni Rodari.
Plaza de Argentina
Ahora quizás estés sobre el tejado,
como una gata de la Plaza de Argentina
un día lluvioso en Roma.
Yo decido entonces quedarme con los gatos
y salto hacia ti con la áspera verdad de los que huyen.
Veo el sol ocultarse tras las tejas,
el templo hecho de piedras y las piedras hechas de tiempo,
tu lengua navegando en la ceniza que soy
y la sombra de la encina que a lo lejos
se funde con la encina hasta ser uno.
Entre vestigios de otras épocas
y murallas truncadas
te lanzo mi maullido y apareces.
¿Y si no volviéramos nunca al otro lado?
Pero la vida es difícil hasta para dos gatitos.
Entre tanto, quédate conmigo,
gata o mujer, como prefieras.
Me gusta el cuento así, sin un final,
sin pensar en otra cosa
que encontrar un lugar donde esperar que escampe
y confundir así la lluvia con tus lágrimas.
Isaac Páez (inédito)
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