10:04 es en buena medida una especulación que se deriva de las fantasías sobre los viajes en el tiempo y las paradojas a las que nos abocan. La proximidad de una tormenta devastadora predispone al narrador a vivir experiencias inusuales. De hecho las determina: el narrador está persuadido de que nunca se habrían producido sin la conciencia de la amenaza inminente. Pero esta finalmente no se cumple, la tormenta defrauda las expectativas. Y aunque eso alivie a todos, afecta a las experiencias nacidas de la alerta: como si «no solo hubiera[n] terminado, sino que se hubiera[n] borrado retrospectivamente». «Como tales momentos habían sido propiciados por un futuro que nunca llegó, no podían recordarse desde ese futuro, el presente, alcanzado: habían desaparecido de la fotografía». Es una observación sutil que puede verificar cualquiera mínimamente atento. Lo verdaderamente original es lo que el narrador deduce de ella. Su aplicación a la situación inversa. Unos meses después tiene otra serie de vivencias cuya naturaleza se le revela de golpe, al despertar: «entendió: Recuerdo el trayecto en taxi, las vistas, acariciarle el pelo a Liza, la belleza inefable destinada a desaparecer. Lo recuerdo, lo que significa que no ha pasado».
Deja una respuesta