El mes pasado se realizó en el Centro Guerrero el taller de traducción de un fragmento de Finnegans wake, la última novela de James Joyce. La propuesta, lanzada y comandada por la artista Dora García como vértebra práctica de su exposición Continuarración, sobre sueños y crímenes, tenía como objetivo hacer una traducción colectiva del capítulo de Anna Livia Plurabelle. Según rezaba en el folleto, la propuesta asumía “un esfuerzo colectivo necesariamente abocado al fracaso”. De la experiencia como co-traductor de las 24 líneas vertidas al español el primer día, saqué las siguientes conclusiones:
1- Que a pesar de haberme leído el Ulises de Joyce, no fue hasta ese momento cuando pude acercarme a la verdadera e increíble dimensión del escritor irlandés.
2- Que lo que alguna vez se escribió sobre el rizoma y la artista en este blog puede que no esté del todo equivocado, y que puede que Joyce se inserte –si no es el elemento fundacional- de la teoría deluziana.
3- Que no comprender las cosas es un modo de comprensión de las cosas y que un taller abocado al fracaso puede llegar a ser un éxito, al menos si aprendemos de una vez qué significa el fracaso y el éxito, o quizá precisamente si no aprendemos nunca la falacia de esos significados absolutos.
4- Que las escaleras que suben a la primera planta del centro Guerrero se van estrechando a medida que uno sube, y que eso es un modo de bienvenida, y no al revés.
5- Que eso de que te leas de corrido los libros de Joyce está muy bien, pero que quizá no esté de más traducir una página con cuidado y atención, pues aunque tampoco te enteres, puede que sí acabes enterándote de algunos mecanismos que hacen que no te enteres. Y te enteres.
6- Que el Finnegans wake es la prueba irrefutable de que necesitamos una nueva carrera universitaria –una hibridación entre Filología, Geología y Física cuántica, por ejemplo, aunque pueden hacerse otros mashups- no para desentrañar a Joyce, sino para llegar antes a una idea que explique los universos paralelos en los que existimos.
6.1
En los locos veinte a la división del átomo siguió el descubrimiento de partículas subatómicas (protón, electrón), y después, de los cuanta. Max Planck descubre que la luz está hecha de bolsas de energía que presentan comportamientos tanto de partícula como de onda. Puede ser descrita de una u otra forma, pero sólo podremos saber cada vez su posición o su velocidad, no las dos. Es el principio de incertidumbre de Heisenberg. Las partículas están siendo y no siendo simultáneamente, tienen pues un carácter virtual. La partícula subatómica tiene otra partícula que la duplica, y las partículas no son tales, sino una vibración continua en que aparecen y no aparecen. En que están siendo y no siendo. Cuando una partícula desaparece y está no siendo, aparece en su lugar la otra partícula que permite a la otra seguir siendo mientras no es. Por ello, gracias a Planck, a Gödel y Heisenberg, se rompe Aristóteles en un millón trozos. Casi nadie lee el Finnegans de Joyce, pero estos científicos, curiosamente, lo hacían. No es de extrañar: al tiempo que ellos descubrían una nueva física donde la contradicción tenía sentido, el irlandés encontraba un nuevo lenguaje donde la contradicción tenía sentido. Científicos posteriores se interesarán por este libro como un grial hermético lleno de posible significación a cerca de la física subatómica.
6.1.1
Los constituyentes fundamentales de la materia serán bautizados con una palabra encontrada en Finnegans wake: los quarks.
6.1.1.1
“En 1963, cuando asigné el nombre de quark a los constituyentes fundamentales de los nucleones, yo tenía el primer sonido, sin ortografía, que podría haber sido kwork. Luego, en uno de sus ocasionales lecturas de Finnegans Wake, de James Joyce, me crucé con la palabra quark en la frase Three quarks for Muster Mark. Entonces quark (que significa, por un lado, el grito de la gaviota) fue el claro intento de rimar con Mark, como con bark y otras palabras parecidas. Yo tuve que encontrar una excusa para pronunciarla así como kwork. Pero el libro representa el sueño de un republicano llamado Humphrey Chimpden Earwicker. Las palabras en el texto suelen proceder de varias fuentes a la vez, como la palabra portmanteau en Through the Looking Glass. De vez en cuando, las frases que aparecen en el libro son determinadas para denominar a las bebidas en un bar. Yo argumenté, por lo tanto, que uno de los múltiples recursos de la frase Three quarks for Muster Mark podría ser Three quarts for Mister Mark, en ese caso la pronunciación de «kwork» podría justificarse totalmente. En cualquier caso, el número tres encajaba a la perfección en el modo en que los quarks aparecen en la naturaleza”.
Murray Gell-Mann
6.1.1.1.1
La frase tres quarks (three quarks en ingés) encajaba particularmente bien (como se menciona en la cita) ya que en ese tiempo sólo había tres quarks conocidos y entonces los quarks estaban en grupos de tres en los bariones.En el libro de Joyce, se da a las aves marinas tres quarks, quark toma un significado como el grito de las gaviotas (probablemente onomatopeya, como cuac -o cuá- para los patos). La palabra es también un juego de palabras en entre Munster y su capital provincial Cork.
Wikipedia
6.1.1.1.1.1.
Three quarks for Muster Mark!
Sure he has not got much of a bark
And sure any he has it’s all beside the mark.
James Joyce, Finnegans Wake
7- Que But toms will till es un hallazgo, o siete hallazgos, pero que había que ir al taller para entenderlo, o para no hacerlo del todo (y por tanto hacerlo).
8- Que el tiempo indómito no historizará a nadie.
9- Que ser traductor es duro, pero tiene sus ventajas, pues aunque les resulte pesado tener que contar todo lo que ven a través del catalejo, son los únicos que cuentan con el privilegio de mirar a través del catalejo.
10- Que las propuestas de Dora García para abordar lo complejo parecen muy sencillas y son muy sencillas, y que eso es dificilísimo de ver hoy en día en un artista contemporáneo, y que por eso mismo uno al principio desconfía y luego aprende.
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