Resulta que el Museo de Tecnología Jurásica de David Wilson, que mencionamos aquí, no sólo ha inspirado el fantástico ensayo de Lawrence Weschler, sino también una ópera multimedia. Realizada por Pamela Z, se trata de, al menos que yo conozca, la primera ópera sobre la experiencia de visitar un museo (si el MJT entra en esa categoría).
Como escribe la artista: la pieza se desarrolla en un set de varias capas, que gira y cambia mientras es bañado por la imágenes proyectadas de Christina McFee, evocando los oscuros, aunque radiantes focos, de los dioramas del museo. La música se compone de cuerdas arqueadas e intensas, samplers de objetos encontrados, así como de un amplio trabajo vocal que va desde el bel canto operístico hasta técnicas de experimentación vocal y texto hablado. El libreto deriva de pasajes reales de textos descriptivos de las exposiciones del Museo de Tecnología Jurásica y las historias inspiradas por éste (más aquí)
Otros museos están inspirando no precisamente homenajes, sino narrativas alternativas, entre naif y colaborativas: el iMomaProject es un proyecto conjunto basado en la construcción de la imagen del museo por los diferentes visitantes (triste que esté organizado en obras maestras), mientras que ArtMobs, que comenzó como un ejercicio de clase, realiza mediante podcast sus propias audioguías del museo, donde cuestiones de origen político, social e institucional asaltan al visitante.
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