Con motivo de la visita de Rafael Argullol al Centro Guerrero el 15 de mayo de 2017, y tomando como punto de partida su concepto de transversalidad, presentamos una serie de textos en el blog con el nombre de uno de sus últimos libros, Archipiélago (Subsuelo, 2015). En Archipiélago, cincuenta autores del mundo de la cultura elegían un fragmento de la obra de Argullol, un fragmento de la obra de otro autor y una imagen que definieran, de una u otra forma, al pensador catalán. Con esta voluntad de indagación, entre el azar y el destino, presentamos nuestra versión transversal de Archipiélago, donde un texto de un escritor y una obra de José Guerrero, como islas con un origen geológico común, ocuparán un mismo espacio para generar un diálogo, expulsarse, acercarse, fundirse o comprenderse mutuamente.
Francisco Baena es director del Centro José Guerrero y cantante de la banda Punk Buró. Sus últimos libros de ficción son Luz corriente (Pre-Textos, 2014), Eco oscuro (IVAM, 2016) y Avery Jones (Libros de autoengaño, 2017). De esta última rescatamos el siguiente fragmento para enfrentarlo a la obra de Guerrero Litoral, de 1987.
¿Por qué esa fijación por los hitos? Postes, palos, maderos verticales orillando el camino, puntuando el vacío alrededor, como anclando la nada. Y todos, siempre, ¿milagrosamente?, tocados a su vez por vestigios de vida. Humanizados no: humanos, demasiado humanos. Me pregunto si el camino que podríamos trazar uniéndolos contendrá alguna clave. Me faltan las coordenadas geográficas, ya que en ningún caso tengo datos de las tomas. Pero, ¿y un territorio simbólico? Me pregunto si, debidamente desenmarañado, será el hilo que me permita salir de este laberinto sin paredes.
Fragmento de Avery Jones, Francisco Baena, 2017
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