Poco antes de la rueda de prensa convocada en el Palacio de los Condes de Gabia para presentar la exposición que le había tenido ocupado los últimos meses, el viernes, murió en su casa de Belicena Julio Juste. Nada presagiaba la desgracia. Fue algo totalmente inesperado. Ninguno de los que lo estuvimos viendo la semana pasada percibimos signo alguno de algo que fuera mal. Pero que algo iba mal se hizo evidente, bruscamente, cuando dieron las once, hora acordada para el acto, y Julio no se había presentado. Siempre había sido muy profesional, escrupulosamente cumplidor, y además estaba más que satisfecho con el trabajo realizado: orgulloso y agradecido a cuantos le habían ayudado a llevarlo a cabo. Las once y media y Julio no llegaba ni cogía el teléfono. Algo tenía que haber pasado.
Momentos después se confirmaron los peores augurios, que nadie se había atrevido a llevar tan lejos en su imaginación. Era imposible.
Hemos perdido un icono de la Modernidad, del arte y del más puro y vitalista entusiasmo por el conocimiento. Eso hemos perdido todos los amantes de la cultura contemporánea. Su familia y sus amigos han perdido mucho más.
Su reivindicación de José Guerrero fue muy importante para la recepción del pintor en su ciudad natal. En ese, como en tantos otros aspectos, Julio fue absolutamente puntual. Estaba sincronizado con el espíritu del tiempo, como pudo recordarse en El efecto Guerrero. Quizá el mejor fruto de aquel feliz re-encuentro que Julio ayudó a propiciar haya sido la creación del Centro que lleva el nombre del pintor. El catálogo de su colección, como la imagen gráfica con la que se abrió, llevan la firma de Juste, cuya faceta como diseñador ha sido de las más celebradas. Precisamente en la actualidad estamos trabajando en la actualización del logo para resolver algunas dificultades detectadas con el tiempo, básicamente debidas a la influencia cada vez mayor de las pantallas como soportes para todo tipo de productos culturales. Sin embargo, asumiendo la consolidación de la marca, vamos a respetar la imagen que tan atinadamente seleccionó Julio, profundo conocedor de la obra de Guerrero. En 2008 participó en el ciclo de conferencias Por el color, donde dio una lección magistral de composición, historia del arte y comunicación visual. Volvió a trabajar, gustosamente, con la obra de Guerrero dentro de la campaña que le fue encargada para identificar gráficamente el 63 Festival Internacional de Música y Danza de Granada en 2014. Y, más recientemente, había hablado de Expansión azul dentro del ciclo 40 pinturas en busca de voz.
Muestra de la amplitud de los intereses de Juste, de la generosidad de la que siempre hizo gala a la hora de compartir conocimiento (impagables sus estudios de historia de la arquitectura) y de la frescura que jamás perdió es su web.
En fin, os dejamos con las que probablemente sean sus últimas palabras públicas, grabadas la víspera de su fallecimiento por Julio Grosso y Raquel Martínez, compañeros del Gabinete de Prensa de la Diputación de Granada. En breve se procederá a la inauguración de la exposición truncada el viernes. Hay que ir a verla y recogerse un rato en la última gran obra de Julio Juste, concebida ex profeso para la ocasión: La cueva y la pantalla (ó Parpadeo). Inesperadamente, se ha convertido en su testamento artístico.
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