Con motivo de la visita de Rafael Argullol al Centro Guerrero el 15 de mayo de 2017, y tomando como punto de partida su concepto de transversalidad, presentamos una serie de textos en el blog con el nombre de uno de sus últimos libros, Archipiélago (Subsuelo, 2015). En Archipiélago, cincuenta autores del mundo de la cultura elegían un fragmento de la obra de Argullol, un fragmento de la obra de otro autor y una imagen que definieran, de una u otra forma, al pensador catalán. Con esta voluntad de indagación, entre el azar y el destino, presentamos nuestra versión transversal de Archipiélago, donde un texto de un escritor y una obra de José Guerrero, como islas con un origen geológico común, ocuparán un mismo espacio para generar un diálogo, expulsarse, acercarse, fundirse o comprenderse mutuamente.
Óscar Esquivias (Burgos, 1972) ha publicado los libros de cuentos La marca de Creta, Pampanitos verdes y Andarás perdido por el mundo. También es autor de varias novelas, entre otras de la trilogía compuesta por Inquietud en el Paraíso, La ciudad del Gran Rey y Viene la noche. Esquivias ha elegido un fragmento del segundo título de esta trilogía para el cuadro de José Guerrero Autorretrato.
Su padre le trajo, después de un largo viaje de negocios, una gramática alemana. El niño la estudió a solas, sin otra ayuda que su constancia y el pálpito de que ese libro, algún día, le proporcionaría la libertad. Cuando llegaban los grupos de turistas para visitar la catedral, se unía a ellos disimuladamente y escuchaba la pronunciación de los guías. Así, poco a poco, fue dominando el idioma y descubriendo cómo los cicerones se inventaban relatos fantásticos para impresionar a los visitantes, señalando en cada piedra un crimen que no había ocurrido o un sacrilegio imposible, como si la abultada historia criminal y guerrera de la ciudad les resultara insuficiente. Una tarde, en el almacén de un chamarilero del barrio de San Cosme, rescató un gramófono con sus placas. De allí brotó, como por magia, entre un chisporroteo de hoguera, la voz de un barítono que cantaba la música que había escrito para él, sólo para él, un tal Schubert, de quien lo desconocía todo salvo que compartían una misma piel, un mismo estremecimiento ante las cosas, idéntico corazón.
Óscar Esquivias [Fragmento de La ciudad del Gran Rey (Ediciones del Viento, 2006)]
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