Marcelo, el narrador de una de esas distopías recientes (Los huérfanos, de Jorge Carrión), deja casi al principio del relato una imagen inquietante de la lectura en el universo post-apocalíptico. «Que la escritura y la lectura sean experiencias condicionadas por el metal, la claustrofobia, la arquitectura y la luz amarillenta, en vez de relacionarse con la madera, la apertura, el parque o el jardín, la luz solar.» A pesar de las dramáticas limitaciones a las que están sometidos los supervivientes en el búnker, la lectura (y el Diccionario, a la vez mascota y objeto de consuelo) era(n) de los últimos residuos naturales que le quedaban. Si pudiera aplicársele a la imagen el punctum barthesiano, para mí estaría en la madera. Ligar la lectura a la madera.
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