A eso mismo se refiere Artis Martineau (¿no resuena en su nombre el de Agnes Martin?): “Lo único que no es efímero es el arte. No está hecho pensando en un público. Está hecho para estar aquí, sin más”.
Don DeLillo es de los escritores que más y mejor ha observado el arte contemporáneo y aprendido con él. Podemos verlo en toda su obra. También en Cero K, donde se manifiesta de múltiples maneras: desde la sala de pinturas monocromas de Ross hasta los vídeos y las esculturas que sacuden a Jeffrey en su deambular por La Convergencia. En realidad, La Convergencia misma no es otra cosa que una gran obra de arte, un conjunto monumental visionario pasto de la arqueología del futuro. Así que no es extraño que las últimas palabras del magnate tengan el estatuto de una cartela informativa, una ficha técnica: yeso sobre tela.
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