Compareciendo un autor (aunque sea “invención” del lector) es fácil remitirse a un “plan secreto” que daría razón de las causalidades del texto, las que no explica la lógica del mecanismo narrativo. Pero, ¿qué hacer cuando aparecen fuera de la página?
Acaba de pasarme de nuevo. Esta vez, en medio de mi lectura de El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia de Patricio Pron, alguien que ha participado en la exposición del Centro actualmente en cartel me ha enviado un libro que difícilmente habría llegado de otro modo a mí: Luna llena y otros cuentos, de Yasushi Inoue. En cuanto he acabado aquél, he empezado éste. Y finalizando su primer relato me he encontrado con la imagen de «un dragón acuático que logra alcanzar una nube y, montado en ella, asciende al cielo». El traductor, Gustavo Pita Céspedes, aclara en nota que ese animal mitológico que se montaba en la lluvia «metafóricamente, representa al héroe que, por la coyuntura en que le ha tocado vivir, no puede demostrar su verdadera capacidad». Un par de días antes, había leído en Pron: «me dije que iba a escribir esa historia porque […] lo que habían hecho era digno de ser contado porque su espíritu, no las decisiones acertadas y equivocadas que mis padres y sus compañeros habían tomado sino su espíritu mismo, iba a seguir subiendo en la lluvia hasta tomar el cielo por asalto».
¿Qué hacer con estas casualidades?
Antes de haber leído el libro de Inoue, y por tanto de haber sido testigo de la coincidencia, yo mismo me respondí, por anticipado, cuando, al acusar recibo del obsequio, remití a quien me lo envió a la tercera de estas notas en papel continuo…
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