El vídeo Dammi i colori (2003) del artista albanés Anri Sala es un extraño paseo por la opresiva ciudad de Tirana, en la que el alcalde, amigo y profesor de Sala, el artista Edi Rama decreta pintar de vivos colores los edificios de la capital albanesa con la intención de disipar el carácter totalitario y estalinista de su urbanismo. El trabajo de Sala tiene un doble carácter, el de la melancolía del proyecto de la modernidad, generar civismo (formas de vida) a partir del carácter estético de los edificios, por un lado, y por otro, el rechazo de los ciudadanos al considerar esta utopía como una imposición. El vídeo nos permite hablar de cómo el color sigue pensándose como un elemento de intervención de lo artístico en la cotidianidad, quizá por su naturaleza sensorial y anti-intelectual, pero a la vez cómo la asociación entre color y pura visibilidad está en crisis.
Dentro de esa quiebra ha venido desarrollándose el ciclo Por el color, en un intento por volver a pensar el color fuera del paradigma formalista.
Un interesante ejemplo de este intento es la Escuela del Color en Vancouver, un proyecto colectivo iniciado por la artista Kristina Lee Podesva dedicado a la investigación crítica en torno a cinco colores -negro, blanco, marrón, amarillo y rojo-. Inspirado por la pedagogía crítica, la idea es debatir a partir grupos de lectura, entrevistas, conferencias, performances y pases de películas el carácter especulativo del color. La biblioteca, modesta pero con una interesante selección, está filtrada por los mismos colores.
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