Llamamos action painting a esa acción enérgica y espontánea, nacida en el seno del expresionismo abstracto americano, que permitía que el lienzo se convirtiera en el vehículo de una liberación subconsciente del pintor. Artistas como Jackson Pollock, Willem de Kooning o José Guerrero lo utilizaron como una forma de exorcizar las estructuras del pensamiento y la acción propias de Occidente, como una suerte de deserción de ese lugar al que la sociedad les exhortaba a dirigir su yo. Los límites de su definición fueron ampliados por otro expresionista, Mark Rothko, que abogaba por una acción más reflexiva de la pulsión en la que los colores y las manchas adquirieran un equilibrio mayor.
Tomando como punto de partida esta extensión rothkiana, e incluso llevándola tan lejos que hasta trasgredamos y traicionemos su naturaleza, iniciamos esta sección en el Blog del Guerrero con ese nombre prestado del expresionismo para mostrar cómo algunos pintores contemporáneos abordan su proceso creativo, o algunas de sus partes, de modo que podamos acercarnos a eso que siempre se nos oculta cuando vemos las obras acabadas en las exhibiciones y los museos: sus modos de gestación.
En esta ocasión, Jesús Zurita nos explica a Javier Sánchez y a mí el proceso de iluminación y sombreado de las alas de un falconiforme que, en lugar de proyectar la acostumbrada apostura heráldica de los lienzos de otros tiempos, desliza el poder devaluado de la decadencia en auge de este presente. La obra se llama
-oide y mide 2×2 metros.
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