Se desea poseer lo que la imagen tiene de material, de unicidad: esa pintura, la copia vintage de esa fotografía. El cuerpo del que emana su aura.
Lo que tiene de reproducible, lo propiamente imaginario, más bien se desea usar. Pero de ese uso emanan nuestras almas. Dice Javier Moreno por boca del narrador de Acontecimiento: «Mi carne sufriente y anhelante va dejando en su tránsito por Internet una multitud de huellas. Con ellas las empresas me fabrican un alma».
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