Ahora que el ’68 se ha convertido en una rememoración fantasmal, quizá sea el momento de hablar de una faceta poco conocida de Guy Debord: su interés en los juegos de estrategia. El autor de La sociedad del espectáculo tenía una fascinación que, como la de Duchamp por los juegos de azar, iba más allá de la práctica y el conocimiento de su historia, incluso llegando al punto de que no sólo diseñó su propio tablero, fichas y reglas del juego en 1978, realizado con detenimiento por un artesano francés de su confianza, sino que además, con cierto aire de boutade, escribió que, entre todo su trabajo, de lo que se sentía más satisfecho era de su juego de guerra, el Kriegspiel. Renegando de su obra en cine ante la diseminación del aparato cinematográfico, escribía sobre las reglas del juego:
This Kriegspiel, or war game, brings into play the operations of two armies of equal strength, each seeking, through manuvre and battle, the destruction of its adversary. Each is at the same time obliged to protect, within the territory it occupies, the resources needed for effective campaigning, and to keep its lines of communication open
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Nueve años más tarde, el juego se producía en masa e incluso, junto a su mujer Alice Becker-Ho, publicó el más extenso Le Jeu de la Guerre : Relevé des positions successives de toutes les forces au cours d’une partieun, libro sobre el juego que ampliaba el primer folleto. Lo más extraño es la absoluta normalidad del juego. No tiene nada de especial, ninguna particularidad que le distinga de aquella idea de la guerra napoleónica como primera visualización moderna de armamento y soldados reducibles a una cuantificación abstracta. Un risk, en definitiva, como otro cualquiera. Quizá por ello, Alexander R. Galloway, programador, teórico e investigador del new-media y profesor en el Departamento de Media, Cultura y Comunicación de la New York University decidiera crear un proyecto a partir de la extraña fascinación de Debord. Kriegspiel es un juego descargable en Mac y PC desde aquí, que reinterpreta el juego de guerra de Debord y piensa su origen, práctica y motivación. Un artista cuestionando el interés del Debord después del Debord situacionista, nada extraordinario, hasta que, recientemente, Alexander Galloway recibe una carta del abogado de Alice Becker-Ho solicitándole la retirada del juego por infligir los derechos de autor de Guy Debord, dos palabras que, cuanto menos, chirría ver juntas.
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