La pandemia y las distancias no nos permitieron más que una videollamada. En el contexto del taller Breve historia de una piedra, para el festival FACBA y cuyos resultados se expondrán en la Facultad de Bellas Artes y en el Centro José Guerrero, entrevistamos a su autor, Fito Conesa, artista de Cartagena asentado en Barcelona y especializado en el mundo audiovisual. Nos concede una entrevista en la fase intermedia del taller, al igual que algunos de los participantes.
JG: ¿En qué consistía tu taller?
FC: Era una excusa para proponer a los participantes que trabajaran una obra en formato audio. Para conseguir llegar hasta ahí y no ser muy invasivo con un enunciado como “haced una pieza de arte sonoro”, que suena muy a “aprender a pintar por fascículos”, me planteé cómo vincular de manera natural el espacio expositivo a lo sonoro. Pensé en la audioguía, el primer objeto sonoro que te vincula a la sala. Luego se fueron cruzando cosas. Tenía la oportunidad de trabajar con el archivo de la Universidad, y pensé, “¿con qué quiero trabajar…? ¡Piedras!”. Me interesaban como un punto de partida para que los participantes perdieran el miedo a enfrentarse a formatos que no controlan.
JG: ¿Cómo incorporaste la idea de piedra en el taller?
FC: Todos los archivos de la Universidad me parecían atractivos, pero entendía que las piedras están muy maltratadas… Me hacía gracia mezclar piedras y sonido, más allá del que hacen en un río…
JG: Sí, hay una disonancia cognitiva entre ambos conceptos…
FC: Sí, chocan, eso es. Las piedras hablan. ¡Pregúntale a un arqueólogo! Pues vi que la Universidad tenía una litoteca. Fue en la Facultad de Geología donde tomé la decisión. Por otra parte, la piedra está presente en la Facultad; luego, el Centro Guerrero está en frente de las piedras religiosas de la Catedral…
Esto nos lleva a hablar del enjambre sísmico que sacudió a Granada a finales de enero y que todavía causa molestias, a fecha de la publicación de esta entrevista. Le pilló, pero está bien.
JG: ¿Cómo ha sido la relación con el Guerrero?
FC: Muy bien. Por un lado estuvo el taller en la Facultad. Inauguraremos de acuerdo con el Guerrero, pues conforman un mismo ecosistema; y lo que habrá en el Guerrero son piedras, que en principio parecen cantos de cualquier parte, pero, y aquí viene lo mágico, la pieza se activa con el sonido. Tienes que ir con auriculares para descubrir qué pasa ahí. Las piedras cantan en este caso. Van a cantar una zambra reivindicando su papel en la historia.
JG: ¿Qué balance haces de tu experiencia con los participantes del taller?
FC: Ha ido genial. La pandemia hizo que fuésemos pocos; luego, hubo mucha intensidad… Hicimos piña. Ahora estamos en una fase de vibración de baja frecuencia. Yo sigo quedando para ver cómo van sus propuestas, porque una semana y media se queda corta.
JG: ¿Qué relación establecerías entre tu obra previa y los procesos creativos que habéis explorado en este taller?
FC: Pues soy muy de procesos participativos y compartidos: curro con gente, la mayoría de las veces con músicos. Al final se trata de encontrar el campo semántico, de dónde te sientes cómodo hablando. Sigo teniendo dudas que me acercan a las de los participantes, aunque en otra frecuencia. Esto ha sido una extensión de lo que suelo hacer en mi trabajo. Para mí, al final, el arte es un filtro sobre el que mirar la realidad y en el que cambian cosas también, por lo que considero que hay que ser amable a la hora de comprender los procesos de cada uno. He intentado incorporarlo y entender que, como estudiantes de Bellas Artes, tienen sus propias inquietudes y había que respetarlas. El audio es una excusa: las piedras son contenedores, y la facultad es una gran piedra. Lo que pase dentro, a nivel sonoro, es otra historia.
JG: Entiendo que existía el peligro de, o bien forzar un discurso común, o que la obra resultara en un collage de sensibilidades.
FC: Y de hecho hay cierto collage pero, como la convivencia ha sido muy bestia, fue fácil sacar una línea narrativa. Hay cosas en común. Nosotros trabajamos con la facultad como si fuera un gran espacio en el que ocurren cosas, como una línea de metro o de bus. Vas a un lado y escuchas cosas; vas a otro, e igual. La idea es que haya códigos QR y la gente pueda pasear por la facultad y escuchar, y online, también. Si las escuchas, notarás que casan entre sí. Existía el peligro de ser demasiado limitante, cuando es fundamental respetar los procesos de cada uno. Si alguien quiere hacer un audio de una hora, pues adelante.
JG: Ooh.
FC: No ha pasado, eh. Pero sí les puedes decir, “vale, pero entiende que al final esto es una exposición de tantas personas, con, pongamos, diez obras”. Si te comes una hora… Igual habría molado, imagina una obra de veinticuatro horas.
Fito se muestra muy satisfecho con todas las aportaciones. Cree que se debe al respeto a los procesos, como nos decía al principio, y a esos momentos en los que “las cosas surgen de manera voluntaria”. Les dice a los participantes que aprendan a “soltar”, que no entren en bucle.
JG: Entonces, parte de tu labor ha sido estar a tiempo real, estar en los procesos.
FC: Claro. También es complicado. Hay cosas que me gustan más o menos, y tienes que respetar al otro. Hay veces en las que pensaba, “a nivel sonoro yo haría esto pero, ¿qué hago? Le digo, no le digo…”. Normalmente acababa diciéndolo, pero sin ser muy categórico. Otras situaciones son de cajón. Si alguien está trabajando con material que no ha grabado, que no es suyo, se tiene que revisar los derechos de autor. Incluso cosas tan nimias como palmeos es mejor que las grabe uno mismo.
JG: Esto me lleva a otro asunto relacionado con tu trayectoria personal que tenía pendiente: el copyright, la noción de derechos de autor. Por lo que he visto de tu obra, me da la sensación de que rozas la apropiación o el homenaje a lo que ya existe…
FC: ¡Y tuneo! (Me muestra un pequeño teclado). Mira, en esta obra para el Guerrero trabajo con la cantante y flamencóloga Lourdes Gálvez del Postigo. Pero no quiero que solo cante. La he invitado a que participe en el proceso, a ponernos a hablar de todo, porque sé que entenderá el planteamiento de la pieza. Su perfil es idóneo. Eso, respecto a la colaboración; luego, tuneo muchos sonidos. Sampleo, pero suelo deformarlos. Es prácticamente imposible que alguien averigüe de dónde he sacado algo.
JG: Para terminar, me gustaría pasar del nivel del documento al de las influencias, en el que se incorporan las cosas, de manera más digerida. ¿Tuviste en cuenta alguna influencia en concreto, alguna obra anterior…?
FC: Junto con la crisis climática, hay una cuestión temática oculta que sí que me mueve, y que estuvo presente en un trabajo para Matadero sobre comunicación entre especies, flora y fauna, en forma de radionovela: dar voz a lo que en principio no la tiene y que no tenemos en cuenta, en conjunción con lo musical. Esto de que las piedras canten y reivindiquen algo es dar voz a lo que no tiene voz ni espacio.
Terminamos nuestra conversación hablando de su familia, de Arvo Pärt y de posminimalismo. Unos días después concierto una entrevista con Eva Antelo, Elena Lara y Hodei Herreros, que nos hablan de su participación.
JG: ¿Qué procesos creativos diríais que ha despertado en vosotros este reto?
EVA: En la facultad de Bellas Artes no se suele abordar el arte sonoro, se deja como algo muy opcional… Así que Fito está siendo un gran apoyo. Nos ayuda a desenvolvernos y a sacar soluciones. “Si no lo sabes sacar por ahí, lleva tu idea a lo gráfico y luego lo traduces…”.
HODEI: Fito me ha ayudado a quitarme la idea de que el terreno musical es inalcanzable para los que no tienen conocimientos técnicos. Me ha aportado una visión desde las artes visuales muy diferente para acercarme al sonido. Es otro mundo. Nos ha aportado la posibilidad de pensar en esto como un campo interdisciplinar del que se pueden sacar piezas de videoaudio, escultoaudio…
ELENA: Para mí, Fito ha sido lo que necesitaba. Yo llevaba muy interesada en el audio desde hace mucho tiempo. Estaba muy frustrada al principio de la carrera. Me preguntaba qué hacía aquí, cuando mi interés estaba totalmente puesto en la música. ¡Ya no pienso así! El año pasado, que me fui de Erasmus, tuve la oportunidad de acercarme más al arte sonoro por amigos que hice y por cómo se enfocaban las clases allí en Letonia. Cuando volví aquí lo echaba mucho de menos, porque casi nunca nos mencionan nada sobre arte sonoro. Fito ha sido una oportunidad enorme para aprovechar lo que ya llevaba y hacer mi camino.
EVA: A mí también me ayudó que nos recordara que no viene de una formación hiperespecializada en lo musical, que aún está aprendiendo.
ELENA: Trata todo desde la humildad, se pone en nuestra posición todo el tiempo, sin importar el nivel en el que estés. He estado en otros talleres, y, ni punto de comparación. Un taller puede ser un tutorial que podrías encontrar en internet, o puede ser nutritivo, como este.
JG: He visto que Fito trabaja con material recuperado, lo versiona… ¿Qué papel ha tenido el archivo en este taller?
HODEI: Realmente el archivo no ha estado presente. Hemos grabado de la facultad y hemos tenido la libertad de acudir a las fuentes que quisiéramos.
ELENA: Fito ha dado mucha libertad para que cada cual decidiera. Dijimos que buscaríamos un discurso o cómo las piezas que hicimos por separado podían tener una coherencia, y es que realmente la tienen. Ya vimos las conexiones con los proyectos recién presentados.
Para terminar, les pregunto por la correspondencia entre sus trabajos previos y sus logros en el taller.
HODEI: Mi propuesta aún está en ciernes, pero creo que se conectará sola con mi trabajo. Lo que nos genera interés al final siempre crea conexiones. Lo que empecé a trabajar eran ruidos de fondo de la facultad: coches, máquinas, grifos… Y quería mezclar eso con conversaciones que se escucharan como un murmullo. Sí que tengo un trabajo remotamente parecido, pero es sutil.
ELENA: A pesar de haber trabajado en alguna ocasión con el audio, las cosas que tenía eran proyectos frustrados por la falta de técnica o por no saber a qué programas acudir; con lo cual, con el proyecto con Fito he puesto en marcha los trabajos previos. Mi trabajo va sobre grabar las voces y explorar los tonos. En Letonia hice un vídeo en esta dirección pero, como me faltaba la parte técnica, se quedó en palabras. Gracias al taller pude terminarlo.
EVA: Por mi parte hay una conexión dada por el registro sonoro dentro de un espacio, y yo trabajo sobre los espacios; pero la relación acaba ahí, no tiene nada más que ver con lo hecho hasta ahora. Es tirarse a la piscina, jugar; si sale bien, bien… Y si no, también.
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