Entra y se asienta julio sobre el recuerdo de unos meses protagonizados por un complejo y atroz proceso de regulación de los comportamientos sociales. Hoy, la resurrección de los afectos en el espacio público tiene lugar a trompicones, entre el optimismo y la incredulidad, el miedo y el hartazgo; en cualquiera de sus formas, bajo un sol que encuentra durante estos meses su pico de elocuencia. George Tooker, que dedicó su obra a las distancias afectivas en la sociedad estadounidense, elaboró en su serie Embrace variaciones en torno al tema del reencuentro con la solidez del icono y el fulgor de seda de horas inexplicables que, si bien no terminan de definirse como amanecer u ocaso, encierran el flujo de las horas en su gama. La delineación de los sujetos de Tooker abarca de la rigidez escultórica a la espectralidad cromática que los une a su entorno. Álvaro Galmés se atrevería, quizás, a hablar de la segunda o la undécima hora, en las cuales el sol opera sin arrasar.
Con independencia de las tristezas vividas, el imaginario popular asocia los eventos sociales a los meses de calor y de menor número de inclemencias, lo que sugiere lecturas que abarcan desde la adaptación a la elucubración de inscripciones fisiológicas en función del clima, algunas de preocupante basteza. Raymond Holder Wheeler recabó en un texto de 1943 para la Universidad de Kansas los esfuerzos de diversos pensadores por establecer relaciones de conjunto entre comportamiento y clima, en los que se apoyó para defender la idea de dos tipos humanos según las temperaturas, el carácter cíclico de la historia y un particular futuro para las civilizaciones. Si bien el calor excesivo causa irritabilidad y problemas de sueño y concentración, las investigaciones recientes se muestran mucho más prudentes que Wheeler. Un estudio de las repercusiones de la estacionalidad arroja resultados consistentes en relación a los ritmos circadianos, a la atención o a la regulación afectiva, pero no respecto a otras funciones cognitivas, ni dispone suficientes certezas en relación a las bases cerebrales de la estacionalidad en la cognición. Si Montesquieu trazó una tipología humana de brocha gorda («[…] si nos acercamos a los países del Sur nos parecerá que nos alejamos de la moral: las pasiones más vivas multiplicarán los delitos»), nuestro paradigma abre la puerta a comprender las diferencias culturales sin el regusto problemático que deja la raciología científica. «Las características raciales […] estuvieron, al menos en un principio, determinadas por el medio» asegura Will Slatyer a partir de la obra del geógrafo J. Russell Smith.
Como se trasluce de su espiritualidad y su declarado aprendizaje de Piero della Francesca, la pintura de Tooker no responde a pretendidos patrones de comportamiento regionales tanto como a la firme creencia en la universalidad de afectos elementales. Tooker deja constancia de la variedad de vivencias del cariño según el lenguaje corporal de sus personajes, lo que le permite, a la vez, nuevas operaciones a nivel compositivo, nunca demasiado alejadas del perímetro del icono. En 1950 definiría su infierno particular, el metro, sus vías y paradas, donde el sol no toca, sino una luz macilenta, y la orientación y las interacciones sociales se someten a las rutas de la máquina. En The Subway, frente a Embrace, asoma lo literario, como en los incontables lienzos dedicados al ocio en parques, jardines y campos (Un día en junio, de George Wesley Bellows; Calor, de Florine Stettheimer; o Tarde de verano, de Abraham Walkowitz). Pero no hay que alejarse tanto: En los días calurosos de 2003 Judith Barry presentó Estudio para el espejo y el jardín en el Centro Guerrero: una videoinstalación en la que la artista ofreció su particular traducción de los elementos distintivos de la localidad granadina partir de entrevistas con sus residentes. Barry alude a conflictos de clase, a la picaresca y a la influencia de la arquitectura en la construcción de la subjetividad, como apuntó Ángela Molina. El carmen granadino es uno de los escenarios en los que transcurren las acciones, acaso el más representativo, y Barry lo presenta como la matriz de la intimidad, el romance y el reposo, como un cajón verde acariciado por el estío en el que se desenvuelve la vulnerabilidad humana, en una referencia clara, aunque formalmente distante, a La edad de oro de Luis Buñuel.
Una última mención a los reencuentros nos lleva al distrito financiero de Sidney. Por sus calles concurridas hay distribuidos más de sesenta pájaros de bronce a tamaño natural firmados por Tracey Emin. Están dispuestos sobre farolas, alféizares, recovecos accesibles al ojo curioso. Su introducción en el espacio público ralentiza el paso y lo adecúa a la contemplación. Aunque la noción de grupo está integrada en la propuesta, es meramente territorial, y la soledad de cada uno de los pájaros dispara la empatía del observador y despierta una tensión que, en el contexto del espacio público, sugiere lecturas más cercanas a la crítica del orden social y a la libertad de tránsito que a la apreciación de la naturaleza. The Distance of Your Heart, en este sentido, no se distancia tanto de los pájaros de bronce de Ugo Rondinone. Como en tantos casos, la diferencia está en la valentía de dejarse tocar por el sol.
Bibliografía:
Meyer, C. et al. (2016). Seasonality in human cognitive brain responses. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 113(11), 3066–3071. Recuperado de <https://doi.org/10.1073/pnas.1518129113>
Wheeler, R. (1943). The Effect of Climate on Human Behavior in History. Transactions of the Kansas Academy of Science (1903-), 46, 33-51. doi:10.2307/3624926
Urteaga, L. (1993). La teoría de los climas y los orígenes del ambientalismo. Cuadernos críticos de geografía humana. Barcelona: Universidad. ISSN: 0210-0754. Recuperado de: <http://www.ub.edu/geocrit/geo99.htm>
Slatyer, W. (2014). Life/Death Rhythms of Capitalist Regimes.
— Debt before dishonour. Singapur: Partridge Publishing Singapore. 978-1-4828-2645-6
Cozzolino, R., Price, M. y Wolfe, M. (2008). Between paradise and purgatory: George Tooker modern icons. Londres y Nueva York: Merrell. ISBN: 978-1-8589-4456-2
Molina, A. (2003, 28 de junio). La lógica del deseo. El País. Recuperado de <https://elpais.com/diario/2003/06/28/babelia/1056755176_850215.html>
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