Little memories, Luis Gordillo. Los Sentidos Ediciones, 2009, Sevilla. 120 páginas.
¿Tú que edad tenías cuando eras joven? Conocíamos la existencia de Little memories, la única obra literaria de Luis Gordillo, pero nunca hasta ahora habíamos tenido la oportunidad de leerlo. El mar es indignante. Sabíamos que en 2010 el pintor había presentado un libro de títulos, reflexiones, frases, poemas sin ortodoxia y sin método, y que se había publicado en 2009 en La cara oculta, colección de Los sentidos Ediciones con la que se inauguraba un espacio editorial destinado a mostrar la obra escrita de los artistas plásticos (y donde, desde entonces, ha dado acogida a obras de Pérez Villalta o Daniel Verbis, entre otros). Neurosis de limón. Ahora, quizá un poco tarde, aunque de forma bastante oportuna, cuando en Granada aún puede visitarse Confesión general, la gran retrospectiva de Luis Gordillo, nos hemos asomado a esta extraña obra literaria del pintor sevillano para darnos cuenta de que hay otra forma de ser informalista: a través de la palabra escrita. Nariz obligatoria. El libro es una transcripción de un cuaderno verde en el que Gordillo anotaba ideas, títulos o reflexiones en el transcurso de sus viajes a Nueva York, Munich, Casablanca o Londres durante una década (1988-1999). La tristeza es un infinitivo. El pintor, que considera a Cernuda cursi, y a Alberti y Lorca incomprensibles, se confiesa como un buen lector de Antonio Machado, aunque insiste en no ver Little memories como un libro sujeto al género lírico, sino más bien como «un dibujo con un sentido de lenguaje», la nieve es negra, un salto con el que se enfrenta al papel con las mismas pulsiones con que se enfrenta al lienzo. Esperma para dos. Antes de publicarse ya aparecieron algunos de estos textos en la revista Matador con el nombre de «Proterías», una palabra con la que trataba de aunar la proteína de los textos y las prótesis que ayudan a moverse, a vivir. ¡Cacharros del mundo, uníos! «Este libro es Gordillo puro», dice, «lo que pasa es que cuando se pinta parece menos raro que cuando se escribe». Domingo menos uno. Y es que Gordillo se sitúa con los textos tan cerca, sino más, de esa desnudez de la conciencia con la que trata de abordar su obra pictórica. Me estoy volviendo loco de la vista. La lectura, vivaz y fragmentaria, nos hace pensar en el surrealismo, el informalismo, la contradicción, la duda, la sexualidad, la broma, y constituye, antes que nada, un gran decálogo de la titulación de la obra de arte, algo en lo que Luis Gordillo es, como en la propia práctica pictórica, un verdadero maestro.
El cerebro es lesbiano
el viejo puente bajo el río
cabeza que piensa en el cero doble.
Submarino: ¡no me cabrees!
detrás del milagro hay una patata cruda
para saber hay que pasar a través del cuerpo
ascendiendo hacia el hígado
ascendiendo hacia el pulmón
ascendiendo hacia los pelos de las axilas
ascendiendo hacia un dios átono.
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