Otro Locke, pero este con dos tés, o sea, Lockett, es y no es una de las figuras que se da el narrador de Nog de Rudolph Wurlitzer. Como se apunta en la trasera del libro, probablemente redactada por el traductor, Rubén Martín Giráldez (que transgrede la tradición española del género denunciada por Levrero: «últimamente trato de no leer siquiera las contratapas, especialmente si son ediciones españolas, porque los españoles tienen una verdadera pasión por adelantarle al lector los contenidos esenciales del libro. El colmo, creo que ya lo he comentado alguna vez, es una novela de Nero Wolfe, donde se dice quién es el asesino nada menos que en la tapa» [claro que es muy difícil hacer spoilers con Nog]), este deambula «narrando y borrando el rastro de lo narrado hasta el punto de hacernos dudar de si el desfile de personajes de estrambote, rocambole y astracán no será una ilusión del protagonista, que parece usurpar sucesivamente las memorias y las vivencias de todo aquel con quien se topa». Nueva demostración de que se puede narrar desnarrando. Puede verse, por ejemplo, en su final, que servirá también de despedida de estas notas:
«Algo así recuerdo. Había un cabás negro, aunque también sé que no sucedió nada y que no he viajado por ahí con el cabás negro. Toqué de nuevo el pomo. Desde luego, noté una lucidez, como si me encontrase a punto de estar seguro de algo. Pero no está al alcance de mis entendederas saber qué ha sucedido, tocar el pomo y hacer un informe. No está en mi mano. Han tenido lugar acontecimientos, en cierto modo, y han sucedido rápidamente, uno tras otro. El Canal no me lo inventé. De eso estoy seguro. Y la lluvia era bastante fría. Eso fue hace unos días. Y ahora está Lockett. Soy más ligero. No he comido. Este día es más claro que el anterior. Ladré. Eso no es vedad. Tengo que revisarlo. No tengo por qué ladrar ante el ruido de los cabestrantes. Volví al catre. No ha tenido lugar otra decisión que la de ponerme en marcha.»
___
Y aquí se acaba el rollo
(de papel continuo donde
he venido anotando una deriva
por algunas lecturas de este año
[no todas se prestaban,
y otras no consentían
dar pasos que siguieran
los pasos dados antes]).
Quizás, en el futuro,
repita la experiencia.
O quizás no.
Gracias en todo caso a quienes
le han prestado su atención
en algún momento.
De verdad que sirven y servirán estas notas. Lo bueno de los buenos lectores es todo lo que descubren a quienes leen menos pero pretenden leer más. Gracias.