Sin embargo, siendo hiriente la voracidad del capital que revela el documental de Wiseman, su crudo realismo, también es fascinante contemplar el papel que juegan los guías en el museo, su habilidad para comunicar de viva voz, con sus dotes interpretativas y capacidad retórica, mediante el relato, la maravilla que ofrece el museo. Emociona asistir a la vitalidad de lo narrativo, su necesidad. Incluso en el templo de la Imagen.
Las exposiciones son un medio de comunicación que en las últimas décadas ha experimentado un notable desarrollo. Algunas de las vías exploradas para su avance son las que han transcurrido en paralelo a otros medios de comunicación exitosos, en conversación con ellos. Por ejemplo, aprendiendo del lenguaje del cine. Pero también de los libros.
Un centro de arte, el proyecto de David Armengol y Martí Manen para Fabra i Coats, es un buen ejemplo de lo último. Conciben la exposición como un texto en sentido lato, pre-barthesiano. Es sabido que, después del semiólogo francés, es tan legítimo aplicar la categoría de texto a una novela como a una película, un cuadro, una canción o un spot publicitario. Pero los comisarios hacen caso omiso de esa versión expandida del texto. Así pues, lo que propusieron fue tratar la sala de exposiciones como un libro, el espacio según su estructura de contenidos: índice, portada, capítulos, “la cita inicial que a veces abre un libro”, notas al pie, etc. Lo cuentan todo en la publicación que hace las veces de memoria del proyecto.
Pero quizá lo mejor sea el breve diálogo, con un humorismo típico de narrativa indie norteamericana, que sitúan al comienzo de la historia:
-¿David?
-Sí. Estoy conduciendo.
-Si estás conduciendo no deberías responder a esta llamada.
-Bueno, estoy en un área de descanso en la autopisa.
-Entonces, técnicamente no estás conduciendo.
-Técnicamente no estoy conduciendo, así que puedo responder.
-Bien, técnicamente has mentido al responder al teléfono.
-Técnicamente he mentido. Quería que pensaras que conducía, pero realmente no lo hago. Si te soy sincero, técnicamente camino y hablo por teléfono.
-Bueno, no quiero robarte más tiempo, que estás conduciendo o mintiendo sobre el tema. Se conduce o no se conduce pero no las dos cosas a la vez. Ha salido el concurso para el programa en Fabra i Coats. Estaba pensando que llevamos mucho tiempo sin trabajar juntos y que hemos desarrollado carreras paralelas con algunos interogantes similares. Creo que tenemos un campo en común alrededor de la literatura y las formas en el arte y que a lo mejor podemos aprovechar para pensar un programa juntos.
-La respuesta es sí. No tengo que pensarlo. Ya te lo digo de entrada. No se puede conducir y mentir a la vez sobre tal acto.
-Bien, ahora vuelve a conducir y hablamos en otro momento, pero vamos a por ello.
-¡Hecho! Eo, me hace muchas ilusión que me lo propongas.
-Si estás en un área de descanso de la autopista es que no estás conduciendo. Juraría que no estás conduciendo aunque dentro de un rato sí que estarás conduciendo ya que en estos lugares uno no se está demasiado rato.
-No creo que me qued mucho más rato aquí. Puedo confirmarte que ahora no estoy conduciendo, pero que hace unos minutos sí lo hacía, y es probable que en pocos minutos también lo esté haciendo.
-Entonces, técnicamente no estás conduciendo.
-Cierto, técnicamente no estás conduciendo.
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