A ese tipo de ambigüedad alude Eric Croft en uno de los diálogos finales que mantiene con Catherine Gehrig en La naturaleza de las lágrimas, de Peter Carey.
-¿Sabes, cariño? […] He descubierto que basta con resolver los misterios para que sean muy problemáticos. ¿Entiendes lo que quiero decir? Todos los restauradores acaban por aprender que lo importante son los misterios.
-Por favor, no te burles de mí.
-No, hablo en serio. ¿Por qué siempre queremos eliminar la ambigüedad? […] Sin ambigüedades tienes a Agatha Christie, con sus novelas policiales casi estéticas. Pero mira cualquier cuadro de Rothko. Por mucho que lo observes jamás puedes dejar atrás las vacilaciones y ambigüedades de color, forma y superficie. Está mucho más allá de la “claridad analítica” de tu Josef Albers.
Deja una respuesta