Hace poco merodeábamos esos submundos a propósito de Rock My Religion, Los Hemisferios y Señora de las alturas. El contexto en el que anudamos las obras de Dan Graham, Mario Cuenca Sandoval y Los Planetas era un congreso internacional de estudios culturales dedicado a Las diosas. El presidente de la asociación que lo convocó, Jesús González Requena, lleva tiempo desarrollando la hipótesis de que la caída del Dios patriarcal no supone, contra lo que se cree, el punto final de la historia de los dioses, sino «la regresión hacia formas mitológicas mucho más arcaicas e inhumanas que cobran la forma del retorno de la Diosa más oscura: Gaia, la Diosa madre tierra, tribal, identitaria, exclusiva, que concede el estatuto de superhombres a sus fieles y el de subhombres sacrificables a todos los demás». Si había encontrado pruebas confirmatorias de la relevancia del fantasma materno en los textos de algunos de los artistas más influyentes del siglo XX (particularmente en el cine, su campo de estudio preferente), en aquel congreso extendió su análisis a la política, subrayando en la obra de Stalin las pistas que conducen a la paranoia del Realista (como lo llamó Vollmann), complementaria de la del Sonámbulo. «Pero lo realmente notable es que sus respectivas paranoias impregnaron no solo a las masas sino también a la mayor parte de la inteligencia europea de su tiempo, que no dudó en proclamar su desprecio hacia el pensamiento burgués e individualista y su admiración ante la potencia y la modernidad de uno u otro de esos dos movimientos totalitarios que estuvieron a punto de aniquilar la civilización occidental.»
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