Igual que Paco Gómez se ha acercado a Kafka, Óscar Curieses se ha metido en la piel de Francis Bacon en Hombre en azul. También él, en su afán por recoger las cosas, se ha topado con un diario personal del pintor en tres cuadernos que es todo un breviario de su poética. Parafraseando a Edward, se ensucia las manos como no haría un filósofo. Y, sin embargo, no habría podido hacerlo sin la Lógica de la sensación de Gilles Deleuze. Curieses, con precisión, revitaliza la lectura del francés inoculando las pulsiones del pintor. “He tratado de producir un efecto similar al creado por Cézanne al pintar sus manzanas, pero en la carne. Y pienso ahora: la carne y la manzana… Curioso.”
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