La literatura norteamericana actual no tiene esos complejos. Lorrie Moore, por ejemplo, pone especial cuidado en atender a cómo habla la gente. En Al pie de la escalera Tassie, la narradora, hace muchas observaciones en ese sentido:
“-Gracias, ¿a lo mejor más tarde? –dije, con ese interrogante que para nuestra generación era sinónimo de buena educación y que sin embargo a nuestros padres los descolocaba.”
“-Genial –dije, ciñéndome a esos parámetros tan típicos de nuestra generación, según los cuales, y yo lo sabía, todo era ‘genial’ o ‘una mierda’. Usábamos ‘genial’ de la misma manera que los británicos usaban ‘espléndido’: para cualquier cosa. Quizás, como en el caso de los británicos, perseguíamos un efecto antidepresivo: una retórica excesiva para mantener la triste realidad a raya.”
Deja una respuesta