Zazi, la adolescente de esa misma historia, nos da, con la lucidez a la que nos tiene acostumbrados, otra lección de estética. A través de ella Erickson pone el foco en las dificultades que manifiesta quien está en la posición de Objeto Primordial para establecer la estructura del Edipo ante el sujeto, y en la ridícula petulancia de este. Después de ver Casablanca, Vikar no encuentra a Zazi demasiado entusiasmada. Ella lo desmiente:
-… en realidad estuvo guay, excepto por una cosa.
-¿Cuál?
-«Algún día lo comprenderás.»
-¿Qué?
-Él dice, «Algún día lo comprenderás». Al final, cuando el Bogart le está contando a ella por qué no puede quedarse con él y él le larga ese discurso sobre que sus problemas importan un pimiento y tienen que hacer lo correcto y el lugar de ella está con su marido porque éste está luchando contra los nazis y eso es importante y entonces dice, «Algún día lo comprenderás»… y eso fue tela de desesperante, si quieres saber la verdad. Porque si quieres saber la verdad, ella es la que ha tenido las cosas claras en todo momento. Por eso le abandonó, por eso se ha pasado la película entera intentando explicárselo, intentando que él lo entendiese, ¿y ahora él se lo dice a ella? Menuda gilipollez, suena, ¿cuál es la palabra?, mojigato, y Bogart parece un montón de cosas, el tío se tiene mogollón de lástima a sí mismo y está amargado… pero ¿mojigato? Eso no le pega nada. Él no da la impresión de alguien que aguante esa clase de gilipolleces. Por eso sencillamente no me creo que él habría dicho eso. Él habría dicho, «Por fin lo comprendo yo». O algo parecido.
-Es una frase -dice Vikar.
-Pero es una frase importante. En un sentido, la película entera depende de esa frase.
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