En los últimos años y a nivel internacional, ante las sucesivas políticas y reformas educativas de corte neoliberal, que dibujan un panorama en el que la educación es concebida como un elemento instrumental sometido a las fluctuantes leyes del mercado, han ido emergiendo diversas plataformas de debate sobre formas alternativas de educación y producción de conocimientos críticos. Estas discusiones también han llegado al contexto español, coincidiendo con la aparición de diversas prácticas, generación de proyectos y la emergencia de algunos foros de debate entre profesionales
de la educación y la investigación, vinculados al campo de los museos y centros de arte. Todo esto ha contribuido a la configuración de un escenario complejo cruzado por múltiples discursos en acción, en ocasiones cargado de controversias.
Con el fin de comprender un poco mejor las relaciones que se están dando en el campo de las políticas culturales y la educación de estas instituciones, me propongo indagar en aquellos elementos que han motivado la emergencia de este interés por formas de educación alternativas desde la esfera artística, así como ver de qué modo este hecho se relaciona con los lugares y las personas que acogen estos debates. Esta entrevista tiene la finalidad de recabar información relevante para el estudio de uno de los casos, el del Centro José Guerrero de Granada, y la opinión de su directora en los últimos quince años,Yolanda Romero.
SOBRE LOS ORÍGENES Y LA MISIÓN DEL CENTRO
FS: Quisiera comenzar preguntándole acerca de los inicios del Centro José Guerrero, inaugurado en junio de 2000 en un contexto marcado por la aparición de numerosos espacios dedicados a la cultura contemporánea en España. ¿Qué motivó la gestación de este centro en Granada?
YR:Los centros de arte que se impulsaron a partir del año 2000 nacieron como fruto de un proceso
de descentralización cultural en ciudades periféricas, de tamaño medio, impulsados fundamental-
mente por las administraciones locales. Este es desde luego el caso del Centro José Guerrero, que nacía impulsado porla Diputación de Granada, en una ciudad con una importante tradición cultural pero que no contaba con instituciones de carácter estable, públicas o privadas, que prestasen atención permanente a la creación contemporánea.
El Centro Guerrero se planteó desde sus orígenes como un espacio público que fuese capaz de articular y canalizar la cultura artística contemporánea en la ciudad, a partir de una colección como la de José Guerrero, uno de los artistas más significativos e influyentes del panorama artístico español. Esto no quiere decir que surgiese de la nada; creo que fue una consecuencia de otras iniciativas culturales desarrolladas durante los ochenta y noventa en la ciudad, años en que había grupos muy activos en muy diversos campos pero faltaba un espacio público estable que ayudase a fortalecer
todo este tejido artístico y que procurase establecer un equilibro en el binomio local/internacional.
FS: Usted había dirigido la sala de exposiciones del Palacio de los Condes de Gabia, así como la colección de arte contemporáneo dela Diputación de Granada, antes de acceder a la dirección del José Guerrero. ¿Qué misión se le encomendó como responsable de esta institución?
YR: El Palacio de los Condes de Gabia podría considerarse el laboratorio del que surgiría años más tarde el Centro Guerrero. Se iniciaron dos líneas de trabajo bien definidas: la primera consistió en dotar a Granada de una infraestructura cultural permanente y rigurosa en relación con las prácticas artísticas actuales. Se pusieron en marcha dos espacios expositivos complementarios: la sala A, en la que organizamos una programación que permitió ver importantes exposiciones como las dedicadas a algunos artistas históricos que apenas se habían visto en la ciudad: Josep Renau, Roberto Matta, Jesús Soto, Carlos Cruz-Díez, Joseph Beyus, Susana Solano, Pablo Palazuelo, Soledad Sevilla, Helen Lewitt, Lewis Hine, François Morellet, el Equipo Crónica, Eva Lootz, etc., junto a la de otros artistas más jóvenes como Rogelio López Cuenca,Pedro G. Romero, Ángeles Agrela, Simon Zabell o
Valeriano López. La gran mayoría eran proyectos específicos, en los que se invertía una parte importante en producción, y sin duda fue un espacio fundamental para la formación de muchos estudiantes de aquellos años. Junto a la sala A se puso en marcha una sala más experimental, destinada a artistas que apenas habían acabado sus estudios, la gran mayoría procedentes dela Facultad de Bellas Artes de Granada, que pretendía impulsar y dar salida a los artistas emergentes. La segunda línea a la que me refería fue la puesta en marcha dela Colección de Arte Contemporáneo dela Diputación, que tenía, entre otros objetivos, acrecentar el patrimonio artístico de la institución con vistas a crear un futuro museo de arte contemporáneo, del que carecía la ciudad. Creo el proyecto del Palacio de los Condes de Gabia consiguió poner a Granada de forma estable entre los lugares de referencia en nuestro país, y consolidó una infraestructura básica en nuestro contexto, huyendo de
las políticas espectaculares del momento, todo ello con pocos medios.
FS: En la página web del Centro se recoge que a pesar de la destacada trayectoria de José Guerrero, “el museo consagrado a su memoria parte de la convicción de que no debe convertirse en un lugar de culto (…) Por ello, ha diversificado sus intereses y quiere articularse como un espacio público al servicio de la sociedad que lo acoge, como un lugar donde sea posible la confrontación y la conciliación de los valores e ideas que confluyen en la cultura contemporánea”. En este sentido, ¿cuáles cree que han sido hasta ahora sus principales retos al frente de este Centro?
YR: Es cierto que a pesar de la destacada trayectoria de José Guerrero, y de que dicha trayectoria de por sí ya podría justificar un museo monográfico, la creación de este Centro se apoyaba también en otros valores, y especialmente en la capacidad que una institución de estas características puede tener como generador cultural y educativo de nuestra sociedad. Podría decirse que en estos años mi principal labor ha sido ayudar a consolidar el Centro y su colección, en ciertos momentos de fuerte crisis política y económica, colaborar en el desarrollo de un tejido artístico y social a su alrededor que lo hiciera fuerte y trabajar en la creación de públicos específicos. Desde los inicios tuvimos claro que no queríamos trabajar con audiencias homogéneas, sino que era necesario desarrollar, en el sentido del que habla Michael Werner, públicos agentes, que examinen, pregunten, opinen o juzguen el museo, su actividad, y que terminen vinculándose de forma sólida con la institución. En ese sentido, para nosotros es un dato muy clarificador el que más del cincuenta por ciento del público que visita el museo es local. Esto nos permite hacer una lectura en términos de asentamiento en nuestro contexto inmediato altamente positiva.
SOBRE LA RELACIÓN ENTRE EL CENTRO JOSÉ GUERRERO Y AULABIERTA
FS: Quisiera que abordásemos a continuación aquello que atañe al proyecto de Transductores remontándome a sus orígenes, la relación que establece el Centro con Aulabierta.
Fue en el año 2008 cuando Aulabierta desarrolló un taller de televisión experimental en el barrio de la Chana. Este taller estaba enmarcado dentro de la exposición del Centro José Guerrero Muntadas. La construcción del miedo y la pérdida de lo público. ¿Cómo conoce usted Aulabierta, y qué motivó esta colaboración?
YR: Creo que los primeros contactos con algunos de los integrantes de Aulabierta fueron en torno al año 2006, coincidiendo con un proyecto clave como fue (y aún sigue siendo) Desacuerdos, que involucró muchas redes de trabajo e instituciones diversas como el Macba, Arteleku, UNIA arteypensamiento y el propio Centro. Más tarde, cuando abordamos la exposición de Muntadas que mencionas, uno de nuestros objetivos fue desarrollar vínculos con la comunidad, ampliar el espacio
del museo a aquellos lugares a los que habitualmente no podíamos llegar, entendiendo la exposición, más que como un elemento de consumo cultural, como un dispositivo que podía y debía activarse en
el contexto local, y trabajar con redes culturales locales, como era Aulabierta. A esta doble idea respondía nuestro interés por impulsar, junto a esta asociación estudiantil independiente, ese taller
de televisión digital en el barrio de la Chana. En este taller, el Centro trabajaba gracias a otros mediadores (Aulabierta) con un público que raramente iría al museo (jubilados, amas de casa, parados, inmigrantes, jóvenes) en un proceso de enraizamiento más profundo en el espacio público, por una parte, pero por otra en un proceso de invisibilización de la institución artística. El proyecto Laboratorio de Micro TV-ZonaChana, era una manera de llevar a la práctica el uso que el propio Muntadas imaginó para la televisión como instrumento de comunicación social y de intervención en la realidad más inmediata, en este caso en un barrio periférico de la ciudad, utilizando las nuevas tecnologías y la filosofía del software libre, algo en lo que el Centro llevaba tiempo trabajando.
FS: Aulabierta también trabajó con el Centro José Guerrero en el desarrollo del seminario Archivogranada.net, al hilo de la exposición Martha Rosler. La casa, la calle, la cocina. ¿En qué consistió esta colaboración?
YR: La idea originadora del proyecto de exposición de Martha Rosler se estructuró a partir de un texto escrito por la artista estadounidense en 1977, Lo privado y lo público. Arte feminista en California, en el que Rosler ponía de relieve la interdependencia y complejidad existente entre la esfera pública y el ámbito de lo privado. Esta idea recorría todo el proyecto expositivo presentado en Granada, que se articuló en torno a tres conceptos clave de significativas consecuencias sociales: la casa, la calle y la cocina. Fue en el lugar dedicado a La calle, que giraba en torno al análisis del espacio público entendido como aquel en el que coexisten y convergen realidades humanas y sociales diferentes, donde se reservó una zona en la que se desplegó un dispositivo de documentación sobre la investigación que, coordinada por el colectivo FAAQ, muy vinculado a Aulabierta, trataba de repensar los imaginarios de la ciudad, creando un archivo con el objetivo de elaborar de forma local los conceptos de espacio público, imaginario, ciudad y memoria, que en cierta manera estaban presentes en la exposición de la artista americana. La intención última de esta iniciativa era extender las temáticas expuestas en el museo en contextos diversos de la ciudad, acompañadas con acciones colaborativas y educativas innovadoras.
FS: ¿Cómo entiende la colaboración de Aulabierta con el Centro José Guerrero? ¿Se enmarca en la generación de producción cultural o mediación?
YR: Tanto Zona-Chana como Archivogranada.net no trataban de justificar el trabajo de los artistas o las exposiciones que se organizaban en el Centro, sino que intentaban producir nuevas mediaciones
y producciones culturales afines, paralelas, pero también diferenciadas con el conocimiento cultural
de las exposiciones. La institución museística funcionaba como mediadora, como catalizadora, ponía a disposición de estos agentes instrumentos necesarios para que desarrollasen su trabajo al margen de ella, de la manera más autónoma posible. De hecho, nuestro interés último era que la institución llegara a desaparecer en el proceso de desarrollo de los proyectos y los mediadores trabajaran con gran autonomía con públicos, con colectivos que tal vez no acudirían al museo.
SOBRE EL DESARROLLO DEL PROYECTO TRANSDUCTORES
FS: ¿Cómo y cuando surge la propuesta de desarrollo de un proyecto multidimensional (seminarios y talleres de formación, la construcción y exposición de un archivo relacional, el trabajo con agentes locales y la edición de diversas publicaciones) como Transductores?
YR: Nosotros queríamos ir más allá en las relaciones del Centro con el contexto local porque entendemos que el museo, como servicio público necesario que es, debe desarrollar vínculos con la comunidad. Veníamos trabajando en cuestiones diversas como las planteadas en las jornadas Las políticas de la comunicación. Acción y participación en la esfera pública a través del espacio digital en 2006, Desacuerdos, las exposiciones de Antoni Muntadas o Martha Rosler, que eran apuestas por profundizar en los usos políticos de lo público. Javier Rodrigo y Antonio Collados, coordinadores de Transductores, ya estaban trabajando en ese campo, así que hubo una confluencia inevitable. Si no recuerdo mal fue a final de 2008 cuando nos pusimos en contacto con Aulabierta para poner en marcha el programa. Inicialmente no era un proyecto de tanto calado, pero vimos que era importante redimensionarlo, algo que conseguimos implicando a otros organismos como el Ministerio de Cultura o el proyecto arteypensamiento dela Universidad Internacional de Andalucía.
FS: ¿El desarrollo de un proyecto como este en el Centro José Guerrero tuvo que ver con el impulso que, a nivel internacional y en diversas instituciones culturales estaban tomando los debates en torno al vínculo entre lo artístico y lo educativo?
YR: Lo cierto es que el Centro José Guerrero venía trabajando desde casi sus inicios en nuevas formas de entender el museo y sus funciones basadas en la red, en la autoría compartida, en el desarrollo de vínculos con la comunidad, con la intención de modificar nuestro trabajo y nuestra manera de relacionarnos con los artistas, con los productores culturales y con los contextos locales. Era esa idea de entender la institución como un lugar para la participación, el pensamiento, la acción publica y la interrelación entre todos los actores que la integran las circunstancias que podrían explicar mejor la sensibilidad y el interés por desarrollar un proyecto como Transductores que el contexto internacional. A esto cabría añadir nuestra participación en la puesta en marcha de iniciativas como arteypensamiento de la Universidad Internacional de Andalucía desde el año 2000 y unos años mas tarde en Desacuerdos, proyectos afines que facilitarían el camino a Transductores.
FS: Tengo entendido que fue usted quien les sugirió la búsqueda de un nombre que enmarcase esas “pedagogías colectivas y políticas espaciales”.
YR: Sí, les comenté que el titulo inicial que proponían para el proyecto era demasiado largo y que había que buscar algo más contundente y que condensara toda su potencia en una palabra. Su hallazgo del término transductores me pareció estupendo y además su significado es perfectamente aplicable a lo que entiendo debe ser el papel transformador del museo.
Mi texto de presentación de Transductores 1 se tituló “El museo transductor” en referencia a la capacidad que la institución artística debe tener para facilitar cambios complejos y proporcionar herramientas que puedan contribuir a esas transformaciones.
FS: La dimensión pedagógica del proyecto es evidente, aparece incluso en el subtítulo. También la tenía Aulabierta. ¿Por qué incorporar a las actividades del José Guerrero proyectos que trabajan con esta cuestión?
YR: Como te decía, creo profundamente en la capacidad transformadora del museo, y es especialmente a través de sus herramientas educativas, aunque no exclusivamente, como esta transformación puede operarse en procesos de largo recorrido.Los museos y centros de arte son, entre otras cosas, aulas de aprendizaje, espacios complementarios de conocimiento no formal, pero pueden ir aún más lejos si utilizan herramientas procedentes del ámbito creativo para transformar el espacio público y social en el que vivimos. Pero creo importante subrayar que la dimensión pedagógica está implícita en el resto de actividades del Centro: las exposiciones, el Blog del Guerrero, que fue pionero en su momento al incorporar un espacio de debate público en las webs de los
museos desde el año 2004, las publicaciones y en general las actividades.
SOBRE EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN EN EL CENTRO
FS: En el texto introductorio de la primera publicación de Transductores, usted señala que desde el Centro José Guerrero se ha querido que la educación fuese una prioridad entre sus actividades. ¿Cuál es la misión del educador del Centro? ¿Qué tareas desempeña?
YR: Su misión está en relación con la pregunta de cómo concebimos la tarea educativa desde el museo: la entendemos como una labor de mediación basada en el intercambio, la conversación o la experiencia con el público. Tratamos de promover una educación horizontal basada en la pedagogía de la pregunta, más que en la de la respuesta, y que respete los saberes del educando, tal y como proponía Paulo Freire o de otra manera, René Scherer. A eso habría que añadir que la pedagogía no debe anular la necesaria confrontación entre la obra de arte y el espectador, no debe anular el poder de la obra artística. La pedagogía no puede invalidar las posibilidades del arte como agente perturbador y transformador sino, por el contrario, estimularlo. Este es el reto. A partir de esto, las tareas son múltiples y complejas, como puede imaginar.
FS: ¿Participa el educador, de algún modo, en la reflexión y elaboración de los programas y líneas discursivas y prácticas del Centro?
YR: En centros pequeños como el nuestro el trabajo en equipo es básico. En realidad, todos los componentes del equipo técnico del Centro participan en la elaboración del programa general y especialmente en las áreas de su responsabilidad: Paco Baena en el programa expositivo, Pablo Ruiz en los programas públicos y Raquel López en redes y comunicación, aunque la programación, en buena medida, viene también establecida en la misión del Centro. A esto añadiría que en realidad la gran mayoría de las actividades de un centro de arte son tarea de todo el equipo y deben tener un sentido y coherencia que ha de buscarse entre todos.
FS: ¿Más allá de la relación de la institución con Transductores, el Centro José Guerrero ha mantenido esa idea de museo mediador, catalizador de energías en la generación o en colaboración con otros proyectos culturales?
YR: Sí, como te comentaba antes, hemos formado parte de diversas redes de trabajo como el programa de arteypensamiento de UNIA o Desacuerdos. Con anterioridad, también pusimos en marcha una red de colaboración interinstitucional que bautizamos como REM (Red de Espacios Museísticos) que ensayó formulas de coparticipación en diversos ámbitos: colecciones, exposiciones, programas educativos, publicaciones, etc. Esta red, integrada por el MARCO de Vigo y ARTIUM de Vitoria, fue pionera en su momento y además está en el origen de la Asociación de Directores de Museos de España (ADACE), desde la que se han impulsado debates, seminarios y documentos (como el Código de Buenas Prácticas) esenciales para generar cambios en el sector del arte contemporáneo en nuestro país. Por otra parte, seguimos trabajando en el ámbito universitario local promoviendo talleres y encuentros con artistas. Quizás entre los más recientes destacaría el taller de traducción colectiva que realizamos de forma paralela a la exposición Continuarracion de Dora García, o más recientemente Mármoles con caracteres extraños, un taller con Rogelio López Cuenca y Elo Vega que hemos impulsado en colaboración con TRN y que pronto concluirá con la elaboración de una guía «monumental» de Granada. Mas recientemente, incluso, hemos puesto en marcha el
proyecto Kiosco, una nueva iniciativa que desborda el espacio del Centro Guerrero y busca nuevos espacios de actuación, y más concretamente trata de incentivar las relaciones entre arte y esfera publica a través de la exploración de la calle o la plaza como lugares públicos, espacios disponibles y comunes abiertos a la participación ciudadana.
FS: Transductores, al sobrepasar diversos límites de la institución, ¿ha posibilitado la transformación de algunas de las políticas culturales o educativas desarrolladas en dicho Centro?
YR: Me gustaría pensar que los diversos proyectos en los que nos hemos involucrado en estos años han contribuido a transformar nuestros modos de entender la función de museo y desde luego Transductores está entre ellos. Los límites de la institución se han venido sobrepasando desde un principio, a partir de proyectos como los de Isidoro Valcárcel Medina, Bernard Rudofsky, Martha Rosler, Muntadas, etc., o más recientemente con Rogelio López Cuenca o Dora García. Creo que todos los proyectos en los que nos involucramos ayudan a configurar y dibujar lo que es el Centro Guerrero. El museo es una figura cambiante, en constante transformación y muy sensible a todo lo que pasa a su alrededor, o al menos eso pretendemos. Proyectos como Transductores se inscriben en una línea de trabajo que ha tenido también otros desarrollos anteriores y posteriores. Por ejemplo, cuando en 2006 pusimos en marcha la iniciativa de declaración como Bien de Interés Cultural de La Casa de Bernard Rudofsky en Frigiliana a través de nuestro blog, ya estábamos desbordando la institución y estábamos generando un espacio de debate y de acción ciudadana a propósito del patrimonio cultural, involucrando a muy diversos agentes (arquitectos, artistas, historiadores).
SOBRE LA CONTINUIDAD DEL PROYECTO
FS: ¿Cómo valora las experiencias multiplicadoras del proyecto Transductores?
YR: Creo que las experiencias multiplicadoras que se desarrollaron en la provincia de Granada durante 2009 (en concreto en los municipios de Jun, Peligros y Motril) fueron un campo de
aprendizaje interesantísimo para educadores, alumnos y otros profesionales, unas experiencias que permitían poner en práctica muchos de los desarrollos teóricos de Transductores. Posteriormente, los despliegues del proyecto en el resto de la geografía española y también en el ámbito latinoamericano han puesto de manifiesto su capacidad de influencia. Es especialmente en Latinoamérica donde se detecta una mayor sintonía con otros mediadores. De hecho, hace un par de años el proyecto fue premiado por el programa de ámbito iberoamericano, Ibermuseos, en la categoría de Educación. Transductores ha tenido y tendrá un gran efecto multiplicador gracias sobre todo a la gran implicación de sus dos impulsores,Javier Rodrigo yAntonio Collados, todo eso es mérito suyo.
FS: Tras el desarrollo de las líneas de investigación y activación de iniciativas colectivas locales y el trabajo que dio lugar a la segunda publicación, ¿cuál es la relación que en la actualidad mantiene Transductores con el Centro José Guerrero de Granada? ¿Cómo ve el futuro de este proyecto y su continuidad?
YR: Pienso que es bueno que una vez que los proyectos nacen y se fortalecen, continúen una vida propia y generen nuevas complicidades. Pero, sin duda, su relación con el Centro es y seguirá siendo importante. De hecho, ya es una realidad el tercer volumen de Transductores, y también nos gustaría poner en marcha nuevas iniciativas en los próximos años, una vez salvados los escollos de la crisis y garantizado el funcionamiento estructural del Centro.
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