El modelo de enseñanza romana ha supuesto históricamente una vinculación y reconocimiento entre el artista y un legado histórico en el que comienza a mirarse, ya sea a nivel nostálgico -el Grand Tour- o a nivel material -el del academicismo arqueologizante-. Esta vinculación entre artista y cultura humanista supone un hito continuado en la biografía para el artista europeo, aunque el problema está, situándonos en 1950, en cómo establecer esta reconexión cuando la cultura humanista es una ruina en el presente post-totalitarista y el sujeto que la vertebra, una ficción histórica.
José Guerrero pasó unos años intentando ser un pintor de este pasado en Roma, aunque tras un peregrinaje decidiera acercarse a la incertidumbre del futuro, el viaje a Nueva York, en vez de seguir aprendiendo del pasado.
La exposición Los años primeros recogía estas tentativas, entre el 8 de febrero y el 29 de marzo puede verse en la Real Academia de España en Roma.
No entiendo esto de que la cultura humanista esté en ruinas. Es una apreciación totalmente subjetiva y desde mi punto de vista carente de sentido la verdad.
Si por «cultura humanista» te refieres a la centralidad del pryecto de una «escritura de sí», que podríamos considerar como «définitivement inachevée», como hubiera dicho un famoso anti-humanista y hubieran sin duda aceptado muchos humanistas, entonces tu puntualización es pertinente, y permite introducir elementos como los explicitados por el último Said («Humanismo y Crítica democrática»). Pero si la referencia al «humanismo» deriva en que hay algo así como un paradójico «objeto trascendental» -que es el sujeto- garantizado por una autenticiad natural que reduce la inteligencia y la complejidad de la experiencia social a la «genialidad» de origen natural, la fisiología a un «espíritu» proveniente de la varita divina y demás cosas en realidad muy poco meditadas, entonces no queda más remedio que hablar de ruina y de fósil arqueológico, de viejos mitos que sólo fueron operativos en cierto momento del proceso de modernización social. La expresión «totalmente subjetiva» es, por cierto, un tanto sintomática…