Me ha llamado la atención que, después del ciclo Con y contra el cine: Mayo del ’68, que se está viendo en diferentes ciudades e instituciones españolas (UNIA en Sevilla y Reina Sofía en Madrid), un grupo organizado entregue después de cada sesión un texto crítico al revisionismo y presencia del mayo del ’68, un escrito introducido en una bolsa de plástico con tierra. El título es bastante elocuente: Bajo los adoquines tan sólo hay estiércol. Es, junto con Desacuerdos, uno de las escasas ocasiones en que la actividad del museo genera cierta oposición fuera del espacio y de la esfera artística. Y la verdad es que desearía que ocurriera más a menudo. El texto puede leerse completo aquí.
(gracias, Lola!)
Hum, ¿hay que aplaudir cualquier oposición a las actividades que se realizan dentro de un museo? No creo que desde el blog del Centro José Guerrero se pueda ser tan purista (sin dar algo de risa, digo). Entonces habrá que juzgar si la oposición en concreto merece nuestra aprobación, no? El texto denuncia el «revisionismo» de Mayo del 68, ¿acaso el proyecto «con y contra el cine» lo es? Que se explique por qué. No se dice absolutamente nada, ni en el panfleto ni en esta entreda del blog. ¿O lo malo es hablar sobre Mayo del 68 en la sala de un museo? Eso es lo que piensan quienes repartieron el folleto (por cierto, sólo lo han hecho un día, después de disfrutar alegremente de las películas de San Guy Debord y, por supuesto, sin generar el más mínimo intercambio con los demás espectadores, que sólo merecen el desprecio aristocrático del comando de vengadores situacionistas). Pero, ¿lo piensa también quien escribe desde el Centro José Guerrero? Un poco de seriedad en el análisis, por favor. Y si hay mala conciencia por trabajar a sueldo de un museo, pues a apechugar con el asunto en lugar de aplaudir así en abstracto cualquier tontuna que se haga «contra la institución-museo como aparato recuperador».
Más que aplaudir, yo diría que sí debe considerarlas e incluso estudiarlas, una de las funciones más relevantes del museo es la de propiciar tales actividades de oposición; antes que el silencio, la apatía o la aquiescencia me parece que éstas representan escasos momentos de suspensión de la autonomía, a veces cómoda en exceso, en la que vive instalado el museo. Y como tal excepcionalidad, me parece un asunto reseñable. Todo lo demás son opiniones tuyas, bastante discutibles, Lolito Cohete. Por cierto, sigo tus aventuras con interés: http://www.ladinamo.org/lolito/