La escritura del blog, por banal que pueda parecer, se asemeja a aquel novelista misántropo que contrata anónimamente a un detective privado para, en la mirada vigilante de éste desde la ventana de enfrente, seguir reconociéndose vivo día a día. A veces, se acaba vislumbrando el motivo de tal exposición al otro y, como en el relato e Paul Auster, el ejercicio de su realización no tiene más sentido que concluir. Parece que eso es lo que ha sucedido con uno de mis blogs favoritos en los últimos meses, el de Fernando Castro Flórez, que ha puesto hoy punto y final a sus pensamientos en voz alta:
este blog llega hoy a su fin. Ha pasado casi un año. Su sentido está cumplido. Me puse manos a la obra con esta cosa obscena de contar lo que me pasa únicamente para acompañar a Ernesto en su naciente pasión literaria. El veneno hizo efecto en su mente desde el principio. Mi hijo vuela solo y yo estoy encantado de la vida. En muchos momentos me entraron ganas de dejar de escribir aquí, pero no corté porque pensaba que no era el momento adecuado en mi circular en paralelo (…) en «lo que yo te diga» el asunto era que todo fuera «familiar», sin ninguna búsqueda ni de teorías ni de trascendencia. Muchos, no me importa, no entendieron nada. Algunos pensaron que estaba cifrado y que contenía claves políticas. Otros más seleccionaron fragmentos para tener razones fundadas en su ejercicio sistemático de la descalificación. Me alegra haber dado a todos motivos para el (dis)placer. Yo ya había elegido mis lectores que, además, viven en mi casa. Luego, por lo que he sabido, se sumaron otros amigos que de sobra conocen mis obsesiones.
el resto, aquí
No lo conocía, Chema, y me ha encantado. Me ha gustado la cercanía con la que escribe, su estilillo a medio camino entre «mi carro me lo robaron» y «la crítica del juicio». Su obsesión con la escritura y la lectura motivan en estos momentos. Su comentarios sobre su mujer e hijos verdaderamente dan ganas de volverse a enamorar, algo un poco difícil en estos momentos. Una pena que esa cercanía se emponzoñe con el carácter biliático-mala hostia-killer-motherfucker-coñero que luego tiene en las conferencias. Si bien tiene su gracia, critica ciertas cosas de las que creo que él mismo no podría salvarse. Algo así como la humillación como postura crítica a la par que postura crítica como constante tránsito. También eso tiene de indentidad carnavalesca. Aún así una pena que no continúe y que lo haya descubierto un poco tarde: la babilonia digital se me escapa de las manos.