Son escasas las referencias de José Guerrero al psicoanálisis y a las interpretaciones psicoanalíticas de su obra, pese a que ciertas constantes, como los títulos –Voces en la Noche, Reconciliación, Penetración, Doble Imagen- , como las analogías orgánicas en los años ’50, complejas cosmogonías de formas similares a falos-vulvas, elementos con vellosidades e incluso órganos visuales, y también como sus declaraciones, harían las delicias de lacanianos y jungianos por igual. El negro estaba dentro de mí mucho antes, pero es un negro vivo, decía al ver los gestos de Kline y las elegías de Motherwell en Nueva York. Incluso sabemos que se psicoanalizó durante unos años y realizó pequeña obra gráfica durante la terapia. Una de las pocas veces que Guerrero mostró interés por una interpretación psicoanalítica de la pintura fue tras la conferencia de cierto crítico en el célebre curso de Santander, dirigido por Calvo Serraller y con presencia de Valeriano Bozal, Simón Marchán, Luis Gordillo, Miquel Barceló y tantos otros. El mismo crítico que había anotado Discurso-Figura de Lyotard y que representaba la voz en España de una práctica pictórica no formalista, organizada dentro de la reducción de lo pictórico a las condiciones mínimas de su propia materialidad, reflexionando así sobre la producción de un objeto desprendido de un valor estético aurático (piensen en Daniel Buren para más indicaciones) y en abierta colisión a la vez con el hedonismo sensual de tantos pintores por el puro placer de mancharse el mono de trabajo y volver a oler a pintura. El mismo crítico que, durante la exposición En la Pintura, sostiene a la audiencia embelesada con familiaridad, en el Palacio de Cristal del Retiro, como muestra la fotografía.
El crítico se llama Federico Jiménez Losantos, sí, el mismo que ustedes piensan. Y sí, éstas son algunas de las sorpresas de realizar un catálogo razonado.
Deja una respuesta