«(…) 1970, el mismo año que compra a Man Ray, un cachorro de Weimaraner, raza que por lo visto goza de una paciencia ilimitada (…), comienza a trabajar en vídeo, y el perro a ganar protagonismo (…). El propio artista da una descripción de su trabajo en vídeo, no por concisa menos excelente: Mi ocupación primera con el vídeo se alargó siete rollos de película, producidos a lo largo de siete años. Todos los rollos se componen de breves vignettes que emplean utensilios del estudio o domésticos. Son desenfadados y directos en cuanto a decorado e iluminación, con principio, desarrollo y final, claro y definido.
(…) Pero lo que se intensifica es la interrelación paródica y paradójica entre el lenguaje y las imágenes, mediante el saqueo humorístico de las estructuras narrativas, y, muy especialmente, del papel del presentador, de aquel que empleando la palabra se dirige a la cámara, aceptándola como un delegado del espectador ausente.
(palabras de Maite Barrera, a propósito del mejor William Wegman, visto en el Centro a finales del 2003)
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