Ideas para refundar el amor en la era tecnológica
En las sociedades laicas contemporáneas, la fe ha pasado a identificarse únicamente con el nosotros. El pronombre empezó a cobrar sentido hace millones de años, cuando decidimos que era infinitamente mejor soportar los avatares de la naturaleza y el miedo a la muerte junto al otro. Con el otro creamos la dialéctica y con ella, una historia donde podíamos definirnos narrativamente. Allí creamos la existencia de Dios o el sistema feudal, luego decidimos crear la muerte de Dios o el sistema capitalista.
Ahora, sin embargo, hemos llegado a un limbo donde se nos ha negado la posibilidad de crear nada. Donde algo exterior —llamémosle Big data— ha puesto en duda la existencia de la dialéctica misma, o la existencia del nosotros, que es la condición para que esa dialéctica pueda funcionar. Ese nosotros hoy ha empezado a desaparecer, pero al contrario de lo que pasó con Dios, no parece que sea algo que estemos decidiendo nosotros.
Hoy para poder evocarnos casi es necesario hacer un acto de fe.
La empatía y la reciprocidad no son valores en alza para el contrato neoliberal actual. La atomización de las familias y los barrios en espacios urbanos cada vez más grandes y aislados nos aleja poco a poco de aquel nosotros para acercarnos a un automatismo que sobredimensiona el yo cognitivo y desprecia el yo emocional. No está de más recordar que ahí donde se gestionan las emociones, el sistema límbico, es desde donde se orquesta el resto de sistemas que operan en nuestro cerebro, y que son estos los que se supeditan a él y no al revés. Y tampoco está de más recordar que si la complejidad e impredecibilidad de las emociones las hace inaprensibles al Big data, este tenderá a convertirlas en simples y predecibles para uniformarlas y hacer de ellas un banco de datos susceptible de ser manejado y utilizado por él con el objeto de hacerlo rentable.
El Big data ha sido un instrumento psicopolítico muy eficiente que ha permitido adquirir un conocimiento integral de la dinámica inherente a la sociedad de la comunicación. Se trata de un conocimiento de dominación que ha permitido intervenir la psique y condicionarla a nivel prerreflexivo. Hoy el poder adquiere cada vez más una forma permisiva, y con ella depone su negatividad y se ofrece como libertad. Es más afirmativo que negador, más seductor que represor. Se esfuerza por generar emociones positivas con la única intención de explotarlas. No se enfrenta al sujeto, sino que le da facilidades. El poder no somete la libertad, sino que la explota. Elimina la decisión libre simulando que la potencia. No le impone ningún silencio al ciudadano, al revés, le exige compartir, comunicar sus opiniones, necesidades, deseos, preferencias, con el objeto de detectar las desviaciones y neutralizarlas.
Byung-Chul Han
El Big data nos dice qué comer, cómo proyectar nuestra imagen, qué pensar, cómo gastar el dinero, a qué dedicar nuestro tiempo. Y ahora, de quién tenemos que enamorarnos. Una vez resumida nuestra complejidad humana (sí, los androides están aquí, pero son de carne y hueso) puede decirnos lo que nos conviene. Tácitamente y poco a poco, nos está llevando a creer que ese nosotros que fundó nuestra civilización y nuestra historia ya no existe. O que incluso nunca lo hizo.
El amor o el sexo sin el encuentro sorprendente es como la masturbación.
Slavoj Zizek
Hoy en día una cita romántica es como una entrevista de trabajo. Las empresas de tecnología estadounidenses y chinas precisan cada vez mejor el modo en que el amor ha de convertirse en un producto, rompiendo con el último reducto con el que nos resistíamos a ser descritos por unos y ceros. Ante este escenario el filósofo croata Srećko Horvat se pregunta cuál es el poder emancipatorio del amor y cómo podemos provocarlo. Encontrar las claves significará no solo una victoria de las personas frente a esta máquina que pretende embutirnos en el cuerpo y el cerebro que ha diseñado para auspiciar una invisible sociedad del control, sino que puede llevarnos aún más lejos. Podría rediseñar un camino que la mayoría de nosotros llevamos mucho tiempo intentando evitar.
Para ello es fundamental no solo tomar conciencia de la situación precaria que tiene el uso del pronombre de primera persona del plural en nuestra sociedad, sino el uso de la palabra amor, depreciada por naif casi en cualquier ámbito en el que no se nombre con un mínimo de cinismo.
Esta nueva sección del Blog del Guerrero pretende ser un simple altavoz de quienes mejor pueden hacernos entender el futuro de las relaciones humanas, el futuro de Eros, pero también de Ágape y Filia. Para ello utilizaremos la valiosísima herramienta que nos contiene, internet, en especial sus plataformas videográficas, a través de las cuales publicaremos discursos breves de los filósofos contemporáneos que más y mejor analizan lo que podemos esperar del amor y lo que el amor puede esperar de nosotros en este siglo.
Terminamos la presentación de esta nueva sección no con un discurso, sino con una canción de amor. Es del grupo Adiós amores, cuyas intérpretes Iman Amar y Ana Valladares visitaron unas semanas atrás el Centro Guerrero para cerrar el ciclo Colección de Canciones Populares Modernas. Con Charlotte haciendo de puente con todos los conciertos que hemos estado disfrutando en el Centro a lo largo de la pandemia, y con la intención de que quede en la memoria como entradilla y carátula de la sección, abrimos en el Blog del Guerrero este intento de reapropiación de nuestra más íntima soberanía, de lo que siempre fue nuestro y que aún hoy, y a pesar de lo que pueda pasar en el futuro, continúa siendo.
Adiós amores es un joven dúo femenino de pop compuesto por Iman Amar (guitarra y voz) y Ana Valladares (guitarra, sintetizadores y voz). En enero de 2019, cuando el coronavirus empezaba a hacer estragos en China pero no teníamos ni idea aún de lo que iba a suponer para nosotros, Iman salió de Granada para visitar Sevilla, donde conoció a Ana y a quien sería el futuro productor del grupo, Guille Briales. A partir de entonces los desplazamientos entre las dos ciudades andaluzas se fueron sucediendo, y con ellos, la convicción de que la afinidad musical que tenían debía acabar fundando un grupo. Dos meses después ya tenían grabadas tres maquetas y había nacido una banda: Adiós Amores. Por el momento cuentan con seis singles, algunos de los cuales han sido editados en vinilo de 7” por Snap! Clap! Club.
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