Os dejamos aquí un recuerdo del encuentro multidisciplinar que tuvimos en el Centro José Guerrero
el pasado 26 de septiembre.
CENTRO JOSÉ GUERRERO
APERTURA EN NEGRO
26 septiembre 2016
19 a 24 horas
Programación a cargo de:
Sonsolos Pizarro
Antonio Collados
Programa:
Marcos Muniz_drone/soundscape_19:00_PB
Colectivo Miga_instalación audiovisual_19:00_PB
Ivan Izquierdo_video-animación y mural en directo_19:30_P2
Mónica Francés y Jesús Hernández_acción poética_20:00_P3
Ana Buitrago_danza-performance_20:50_P2
Dolorosa_ concierto_21:30_P1
Daniel Vázquez Barros e Israel Moreno_lectura musical_22:10_P3
USTED_experimentación audiovisual_22:50_P3
Trepàt_concierto eléctrico, Antojos negros con José Daniel Campos_23:30_P1
En buena medida, la cálida acogida de la obra de José Guerrero (Granada, 1914 – Barcelona, 1991) por parte de la generación que le siguió fue una respuesta natural al interés que el granadino mostró por la creación actual. Siempre sintió curiosidad por el arte más palpitante, fuera cual fuese el lenguaje en que se desarrollara, y acudía encantado a los talleres, los locales de ensayo, las redacciones de las revistas más modernas a compartir con los jóvenes su experiencia, y a aprender de ellos.
Fiel a su espíritu, el Centro José Guerrero quiso abrir el curso 2014-2015 con una celebración multidisciplinar, que sería también el preludio de la exposición The Presence of Black, con la que se culminaba la conmemoración del Centenario del pintor. Con este título, que repite el de su exposición de 1958 en la galería Betty Parsons de Nueva York, el artista reivindicaba expresamente el negro como color, no como ausencia de color, el «negro vivo» que sentía que le pertenecía tanto o más que a sus amigos Franz Kline o Robert Motherwell, que hicieron de él casi una marca de fábrica. A Guerrero ese color lo había acompañado toda su vida, y así lo reclamó expresamente. «El negro mío está vivo, vibra, es transparente, no es un negro muerto. El negro español está vivo, lo ves en el campo, siempre hay algo negro que se mueve, un toro, una cabra, una mujer de luto como yo, otra muerte como mi abuela, mi abuelo, mi padre, mi hermano, mi otro hermano, más tintes, más zapatos teñidos. El negro vivo, el amigo negro, el único traje que me compraron me lo tiñeron, los únicos zapatos míos olían al tinte amargo y desteñían. En dos continentes no me pueden quitar este negro, que hasta los veinte años lo tuve. A mi madre nunca la vi vestida de color. Esa mujer jugosa, llena de vida y de dignidad, en donde el rosario y los velos estaban presentes en esa infancia negra, entre el cementerio y la catedral, entre el pintor Bocanegra y Chorrohumo. Entre Alonso Cano y los campaneros de la catedral, entre la cultura de los Olmedo a mis hermanos obreros».
Se propuso, entonces, un variado programa de actividades que, cada una a su modo, desarrollaba esa misma idea de la vitalidad del negro, y en conjunto trazaban una rica panorámica de la joven creación granadina.
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