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Buenas tardes, Thierry, Bienvenido al Centro José Guerrero. Antes que nada, me gustaría decir que hacerte una entrevista es necesariamente aceptar referirse a ese terreno resbaladizo donde el arte contemporáneo, la historia del arte y la antropología se cruzan. Tú eres un especialista en arte contemporáneo, especialmente del surrealismo. Al mismo tiempo, diriges el Centro Pierre Francastel y eres uno de los mejores conocedores de su obra. Y, finalmente, fuiste uno de los responsables de ese Congreso hoy famoso que se publicó con el título de Canibalismos Disciplinares, sobre las relaciones entre historia del arte y antropología. Es el cruce entre estas tres líneas lo que me resulta más interesante en tu trayectoria. Me gustaría por tanto hacer algunas preguntas sobre la relación entre ellas, tomando como elemento principal el arte contemporáneo (al fin y al cabo, estamos en un Centro de Arte Contemporáneo). Has escrito, por ejemplo recientemente sobre Dalí o desde hace más tiempo en relación con Giacometti, contra una cierta doxa que querría que la obra de ambos fuese sobre todo aquella realizada más cerca del discurso del surrealismo ortodoxo de preguerra. Un poco contra ella, te has referido a las continuidades y las rupturas en relación con el surrealismo ortodoxo, ya sea en relación a las imágenes neuronales en el caso de Dalí o al espacio imaginario en el caso de Giacometti. Mis primera pregunta es, en este sentido, por la continuidad de la práctica del arte contemporáneo. ¿Podrías referirte a esas continuidades y esas rupturas en los casos que tú has estudiado?
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Ante esa investigación propia del arte contemporáneo, que, según en alguna ocasión has escrito, no puede explicarse a partir de la psicología de la Gestalt, esa investigación que lleva a la formación de cuadros fuera del cuadro, podemos preguntarnos por la influencia de esta práctica sobre las formas de aproximarnos a la obra de arte desde el punto de vista teórico. Por ejemplo, recuerdo que Francastel distinguía muy claramente entre el objeto figurativo y la imagen, que para él no residía en el médium (el cual Francastel entendía de un modo, digámoslo así, material) sino en el espíritu de quienes la usaban, de manera que debía ser estudiada en relación con el imaginario, no reductible a la materialidad del médium. Y, por otro lado, pienso en que, en Cannibalismes disciplinaires, encuentras como centro de la aproximación entre historia del arte y antropología, más que la de imagen o la de artefacto, la noción de “figura”, esa “doublure d’invisible” que decía Merleau-Ponty, es decir, una invisibilidad exterior a la Gestalt. ¿Cuáles son los nexos entre estas aproximaciones teóricas y la práctica del arte contemporáneo, esa investigación propia del arte contemporáneo que acabas de describir?
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Y hablando entonces contra la “metafísica de la presencia”, si es que existe una relación en la que el proceso de identificación no es posible en términos de presencia, esa es justamente la relación con las marionetas y con los autómatas. ¿Cuál es el lugar que ocupan los autómatas, tu tema para la conferencia de esta tarde, en este contexto?
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