
El jueves 30 de octubre entrevisté a la artista onubense Mariem Iman. Fui a su piso, donde me explicó los procesos tras cada uno de sus fanzines y cómo se relacionaban con otros ámbitos de su investigación artística, en especial la performance y el dibujo. Después de casi dos horas, me llevé un ejemplar de uno de los que conservaba más copias. Impreso sobre papel vegetal que suaviza la paleta de colores, consta de dieciocho páginas de tamaño A5. Iman lo llamó ¿Cómo componer una partitura sin saber escribir música? 😉 😛 :)). Para facilitar la lectura de este artículo, me referiré al fanzine como ¿Cómo componer una partitura…?, tomando la voz de su autora cuando hablaba de su pieza ya presentada.
Algunos fanzines utilizan el papel vegetal para sus portadas con un fin protector o una primera pátina suave y atmosférica, como Huele a palomitas, de Carmen B Mikelarena. No así en la pieza de Iman. La translucidez es la condición base de toda su visibilidad, por igual en lo que hubiese sido la portada, la contraportada y la tripa. Sugiero que no se le puede aplicar esta división, o sólo con matices, y que la artista quería explorar esta ambivalencia, o desembocó en ella y lo vio bien. Desde el momento en que se tiene en la mano, ¿Cómo componer una partitura…? incita a una mirada de conjunto. Cualquier leve cambio en la presión que ejerzo para sostener el fanzine confiere o resta alcance a mi vista. A contraluz, se adivinan o desaparecen detalles de hasta diez hojas adelante. En la portada el título aparece abajo, muy pequeño, en morado apenas discernible, oculto por algo colocado tras él (las masas negras y rectangulares de la página 3[1]) y disimulado por el morado de los detalles de las páginas siguientes. Casi toda la contraportada la ocupa un texto que sintetiza con humor la premisa del fanzine, en el lugar donde iría una sinopsis, en degradado de morado a turquesa. En principio no aprecio rechazo a la convención de las cubiertas que presentan por delante e incitan por detrás, siguiendo una dinámica diferente a la de la tripa (la de la exposición de los hechos plásticos, textuales, etc). No obstante, la sustancia de las páginas, la subordinación del título y el tratamiento de la sinopsis indican que Iman pone a funcionar dichas convenciones al servicio de la dinámica de la tripa, que en el caso de ¿Cómo componer una partitura…? se trata de la exhibición y superposición de caracteres ASCII en diferentes estados: subrayados, tachados o formando frases, figuras y composiciones reticulares.
La continuidad con su trabajo previo se encuentra en los papeles delicados que dejan pasar más luz que el folio de oficina; en los colores brillantes que remiten al plástico como a la vistosa flor; en la concurrencia de registros por medio de la copia; y en la descentralización de los hechos plásticos, que brotan en zonas inesperadas del soporte del dibujo o del lugar en el que interviene. Iman explica que el fanzine nació de un taller con el artista sonoro Xabier Erkizia en 2023. «Nos propuso que planteáramos cómo podríamos hacer una partitura o una composición musical sin saber lenguaje musical. Ahí fue cuando empecé a escuchar música y a intentar hacer paralelismos con el dibujo, copiar la letra, pensar la estructura de la partitura. Fue un intento de vincular la música con la escritura desde una cuestión de estructura». Pero su particular abordaje de la estructura ya se fraguaba en Conversando con Juana María Mulata, de 2022. Cuando Iman trabaja la estructura de manera plástica, comienza montando tramas, como si su prioridad fuese repartir orden en el plano de lo posible. Incluso cuando va ocupando el papel con dibujos a mano alzada (la mayoría copias de imágenes de otras fuentes), obtiene una madeja de yuxtaposiciones y superposiciones de referencias a la cultura pop, hadas y estrellas y sinuosidades. La diferencia más inmediata entre ¿Cómo componer una partitura…? y todo lo anterior es la renuncia a su trazo y la asunción completa del procesador de texto. El entramado de este fanzine es la página a renglones en la que se escribe y lee de izquierda a derecha y de arriba a abajo en programas de ordenador que procesan texto (al menos, si se escribe en inglés o en español). No le es ajeno, lo ha hecho en otros fanzines y los procesadores de texto más sencillos lo permiten, pero la artista desdeñó la integración de archivos de imagen para esta pieza. Asumir la limitación del carácter a lo largo del renglón en el procesador de texto no solo concuerda con la posición ética y discursiva de la artista, que anhela reencantarse con hasta lo cotidiano hostil. Convencionalmente, la trama del procesador de texto no reconcentra la mirada en el centro de la página, sino que la pasea. Como en sus otros trabajos, Iman tiende a diseminar los acontecimientos plásticos por la trama; cuando ha explorado la concentración, ha insertado su contestación. En ¿Cómo componer una partitura…? abunda la imagen de la flor, tanto ella misma carácter ASCII como compuesta por ellos: principalmente el número ocho («8»), la raya baja («_»), la almohadilla («#») y el asterisco («*»). Varios capullos florecientes se reparten por las páginas 4, 18 y 19, y de ellos brota el texto «hola, esto es un mensaje secreto». Los florones son los carácter ASCII con mayor protagonismo: hay tres tipos («✾», «✿», «❀») que se entremezclan con otros caracteres con formas radiales, como asteriscos grandes o copos de nieve.
Notas:
[1] Nota aclaratoria: ya en otros artículos dedicados al análisis de fanzines he numerado sus páginas contando las correspondientes a las “cubiertas”. Procedo así por el siguiente razonamiento. Hasta la fecha, la mayoría de los fanzines a mi disposición más parecidos a los libros convencionales no presentan apenas elementos como guardas, índices, prefacios, hojas de respeto, etc., que computan diferente en la numeración de páginas. Como en los casos de Mariem Iman o Leire Arenas, lo que podría malinterpretarse como una página de respeto puede ser un uso estratégico de la página en blanco para definir un ritmo de lectura, o una necesidad técnica (no saturar el papel e imprimir solo sobre una de sus caras). Cada fanzine conlleva la oportunidad de replantear la estructura convencional del libro. Por ello, salvo que un fanzine presente su propia numeración o la distinción cubierta-tripa sea muy evidente, en mis artículos contaré cada cara de cada hoja como una página.
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