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Home  /  Arquitectura  /  Arquitectura y moda. Siglo XX (II)

Arquitectura y moda. Siglo XX (II)

Written by José Miguel Gómez Acosta
15 octubre, 2025 Arquitectura Leave a Comment

Dice Hubert de Givenchy: «Lo que ha creado Balenciaga no es solo un estilo, sino una técnica. Fue el arquitecto de la Alta Costura. Puedes tener ideas extravagantes, pero lo que importa es la construcción de un vestido». A partir de esta aseveración, continuaremos recorriendo algunas de las analogías que pueden establecerse entre moda y arquitectura, durante la parte central del siglo XX:

 

 

  1. Elsa Schiaparelli, colección Zodiac. Mendelsohn y la arquitectura expresionista

Schiaparelli (1890-1973), cuya obra se desarrolla principalmente en el periodo de entre guerras, representa una inédita unión entre moda y arte, que recoge el espíritu de las vanguardias. Aunque quizá su nombre no sea tan popular como el de modistas coetáneos como Chanel, debido principalmente al cierre de su marca en los años cincuenta, supuso una gran influencia para muchos y variados diseñadores a lo largo de los siglos XX y XXI.

Uno de los aspectos en los que destacó Schiaparelli fue el de crear colecciones a partir de un título conceptual que no tenía que nacer necesariamente del propio mundo de la moda. Sus colecciones se mostraban en desfiles que entendía como espectáculos, como fue el caso de Le Cirque, en cuya presentación hubo trapecistas y acróbatas vestidos de satén rosa, en un show que se asemejaba a los actuales desfiles de alta costura. Otro punto innovador en Schiaparelli sería la utilización de nuevos tejidos que se apartaban de lo natural, acercándose a la artificialidad de las fibras sintéticas que mezclaba sin complejos con materiales más nobles y tradicionales. Estos componentes novedosos se emplearían en la confección de estampados, una tendencia muy presente en los años treinta, en la que la diseñadora fue maestra absoluta, aplicándoles un toque único y humorístico. Su relación, tanto personal como profesional con artistas dadaístas y, sobre todo, surrealistas, como Dalí, la llevó a confeccionar modelos que iban más allá de la ropa, adentrándose en un universo creativo que rompía fronteras entre diferentes disciplinas. El surrealismo de piezas como el vestido Lágrima, el vestido Langosta o el vestido Esqueleto, ejercerían una grande influencia en diversos creadores como Yves Saint Laurent, Isey Miyake o Alexander McQueen.

Para la temporada otoño-invierno de 1938-1939 presentó Zodiac, una colección muy representativa de su forma de crear y producir moda, basada en su conocimiento de la astronomía y la astrología, que debía a su tío, el astrónomo Giovanni Schiaparelli, que le inculcó el amor por los planetas, el sistema solar, las constelaciones y las estrellas. La pieza más icónica es la chaqueta del Zodiaco, confeccionada en terciopelo azul medianoche, con cuentas, cristales y bordados en hilo dorado de planetas, estrellas y los 12 signos del zodiaco en la parte delantera.

Este mundo surreal, plástico, simbólico y teatral tuvo también una presencia en la arquitectura. Eric Mendelsohn (1887-1953), uno de los organizadores de la muestra de arquitectura visionaria Una exposición de arquitectos desconocidos, es uno de los mejores ejemplos de dicho estilo. A propósito de tal exposición Walter Gropius escribiría: «Debemos desear, imaginar y crear el nuevo concepto arquitectónico de manera cooperativa. Pintores, escultores, derribad las barreras alrededor de la arquitectura y convertíos en compañeros de construcción y camaradas de armas hacia el objetivo definitivo del arte: la idea creativa de la Catedral del Futuro, que una vez más lo abarcará todo en una forma: arquitectura, escultura y pintura». Mendelsohn conseguiría en la Torre Einstein de Postdam un edificio-manifiesto capaz de aunar el enfoque expresionista de sus obras tempranas con una búsqueda plástica en la que se combinan lo onírico y surreal con lo vernáculo, las formas escultóricas del teatro Werkbund de Van de Velde y el Pabellón de Cristal de Bruno Taut.

 

  1. Christian Dior, New Look. Frank Lloyd Wright y la arquitectura organicista

Tras la oscura austeridad y la falta de materiales impuestas por la Segunda Guerra Mundial, como una clara reacción a estas y como respuesta al fracaso de los ideales de las vanguardias, se produce una recuperación de la artificiosidad y las complejas formas de la Belle Époque, con rellenos y estructuras de construcción internas de las prendas de ropa. Lo formal gana terreno, una vez más, a lo funcional.

Christian Dior (1905-1957) recoge esta vuelta a una cierta ampulosidad formal, proponiendo una silueta distinta para cada temporada, como la línea A o la Profilée. Todas ellas se estructuraban mediante una gruesa entretela o unas varillas, que recuperan los rígidos materiales y las prendas íntimas restrictivas, a modo del anteriormente denostado corsé. En 1947, Dior diseña una colección de suaves líneas redondeadas en los hombros, talle estrecho y falda acampanada, opuesta radicalmente al estilo austero de la recién terminada guerra. La línea Corolla daba la bienvenida al recién estrenado nuevo periodo de paz. Posteriormente. la icónica editora de la revista Harper’s Bazaar, Carmel Snow, la bautizó con el nombre por el que pasaría a la historia: New Look. Las imágenes de la colección de Richard Avedon en las calles de París, terminaron de convertirla en un hito atemporal.

Si bien Frank L. Wright (1867-1959) está considerado como uno de los grandes maestros de la modernidad, su obra se aparta un tanto de la radicalidad funcional y racionalista de sus coetáneos para integrar formas tradicionales e incluso una particular ornamentación tremendamente depurada. Sus formas orgánicas van desde los volúmenes superpuestos de los colosales voladizos de hormigón de la Casa de la Cascada hasta lo que, para muchos, es su obra cumbre: el museo Guggenheim de Nueva York. En este edificio la búsqueda de formas dinámicas generan un contenedor abstracto, sinuoso y casi vivo, punto fundacional de la nueva arquitectura americana por venir.

 

1950-1960. Balenciaga, vestido de novia. Le Corbusier, la Capilla de Roncahmp

La historia de Cristóbal Balenciaga (1895-1972) en el mundo de la moda es una historia de aprendizaje, perfeccionamiento y depuración constantes e inagotables a lo largo de los años. Es durante las décadas de los cincuenta y los sesenta donde este desprendimiento progresivo de todo artificio innecesario llega a sus cotas más altas y perfectas. Su concepto arquitectónico de la ropa alcanza en estos años cotas de abstracción casi futuristas. Es ahí donde desarrolla líneas como la tonneau, túnica, barril, baby doll, o saco en las que reflexiona sobre la abstracción del cuerpo femenino y lo esencial de la vestimenta, apoyándose en unas estructuras con un fuerte componente técnico y en ideas de una total sencillez formal minimalista. Quizá el máximo exponente de esta forma de entender y hacer ropa es una de sus últimas piezas, el vestido de novia de 1967, en el que, de una manera radical y extrema, se deshace de cualquier adorno y envuelve el cuerpo en una suerte de volumen atemporal. El vestido tiene sólo una costura y resulta sobre todo funcional en su acercamiento a una estética religiosa, alejándose de cualquier atributo relacionado con la clásica moda nupcial (si acaso, el color blanco). Presenta una línea oblicua con el bajo más corto en la parte delantera, sacando el máximo partido a la textura rígida del gazar de seda, tejido con presencia y ligereza que resulta perfecto para conservar la forma. Balenciaga sustituye el tradicional velo por una capucha de aspecto monástico que enlaza con la estética de la era espacial.

Después de haber sido el gran maestro de la modernidad, la última etapa de Le Corbusier (1887-1965) prefigura la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX gracias, en gran medida, a una creación como la Capilla de Ronchamp, ejemplo de depuración, abstracción y expresividad formal sin parangón en su momento. El edificio, una especie de caja de resonancia del paisaje, remite al mismo tiempo a las formas curvas de Niemeyer y a los espacios abiertos de Aalto. La luz, materia primordial de la arquitectura, sirve para modelar de manera atemporal el espacio interior.

 

  1. Paco Rabanne, vestidos metalizados. Archigram

Paco Rabanne (1934-2023) y sus vestidos metalizados representan una tendencia revolucionaria que produciría cambios radicales en el seno de la alta costura en el último cuarto del siglo XX. Una idea que se basaba en prescindir de la tela y el hilo como materiales principales para la confección de vestidos y sustituirlos por piezas metálicas y elementos de plástico, que se unían entre sí como si se tratasen de cotas de malla futuristas. El material metálico, inorgánico, en contacto con la piel, producía un fuerte contraste que habla de nuevas posibilidades y formas de entender el concepto de vestimenta.

En arquitectura, el grupo Archigram (1960-1974) afrontará los desafíos de este momento histórico para trascender las bases artesanales y culturales de la disciplina y dar, así, el salto a las implicaciones de la gran y todopoderosa tecnología. Una atrevida mezcla entre el pop y el optimismo tecnológico, con imágenes futuristas, ciudades móviles, formalismo sci-fi, postulados teóricos e indeterminados capaces de generar un debate social en la disciplina arquitectónica, expresionismo high-tech cercano al mundo del cómic, artificialidad afín al metabolismo japonés, y experimentación con del material urbano.

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José Miguel Gómez Acosta

Poeta, arquitecto, director de la revista MÁRGENES ARQUITECTURA y de MÁRGENES Editores. Pertenece al grupo de investigación de la Universidad de Granada HUM_813. Ha publicado numerosos textos sobre arquitectura y cultura contemporánea y sobre temas nórdicos. Su actividad se desarrolla entre Granada, Cabo de Gata y Norteuropa, especialmente Islandia. Ha realizado diversas ilustraciones y exposiciones de dibujo como parte del Grupo de Aulago. Publica su obra poética en ABADA Editores. Colabora habitualmente en prensa y otros medios escritos, así como en la radio (RNE). Obras destacadas: «El gran norte» (Ed. Point de Lunnettes, 2015) «Viaje a lugares inaccesibles» (ABADA Editores, 2019) «La luz es una región fronteriza» (ABADA Editores, 2023)

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Sobre el autor

José Miguel Gómez Acosta

Poeta, arquitecto, director de la revista MÁRGENES ARQUITECTURA y de MÁRGENES Editores. Pertenece al grupo de investigación de la Universidad de Granada HUM_813. Ha publicado numerosos textos sobre arquitectura y cultura contemporánea y sobre temas nórdicos. Su actividad se desarrolla entre Granada, Cabo de Gata y Norteuropa, especialmente Islandia. Ha realizado diversas ilustraciones y exposiciones de dibujo como parte del Grupo de Aulago. Publica su obra poética en ABADA Editores. Colabora habitualmente en prensa y otros medios escritos, así como en la radio (RNE).

Obras destacadas:
«El gran norte» (Ed. Point de Lunnettes, 2015)
«Viaje a lugares inaccesibles» (ABADA Editores, 2019)
«La luz es una región fronteriza» (ABADA Editores, 2023)

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