No le dije, ahora lo sabe, que nunca hubiese imaginado que hablaría de Cornelius quirúrgicamente, como de una semilla generosa que da los frutos más simples o complejos a petición y sin condiciones. Pero me parece congruente con la década larga que lleva trabajando con él. Por ejemplo, me aclara que el material del que están hechos los fanzines sobre Cornelius son tiras que fue dibujando y escribiendo durante años para redes sociales, que el trabajo para los fanzines «ya estaba hecho». Montaba los fanzines en poco tiempo, cuando se acercaba una feria en la que poder venderlos. Me cuenta que en ellas aprendió cómo tratar con la gente y dar a conocer al perro; luego, de la relación entre sus fanzines y La alegre vida…:
CG: Hay algunas tiras del fanzine que están totalmente puestas ahí, en el libro gordo, tal y como las publicaste en su momento. A veces se transforma solo un poco el contenido del trabajo previo; pero lo que tú has hecho es apropiarte, a través del montaje, de ese contenido previo, y en otras ocasiones le das una dimensión que no tenía antes. Sigue siendo orgánico con la historia y los temas del libro gordo, pero con un punto de distancia que da haberlo hecho con una conciencia diferente, años atrás. Te quiero preguntar por ese tipo de decisiones.
MT: Como en un inicio el libro está planteado para ser una recopilación de lo que se iba generando para los fanzines, yo iba haciendo estas páginas, sin rumbo. Como simulacros del libro, yo iba sacando los fanzines. Pero la cosa es que, claro, una vez que empecé a plantearme el libro con una especie de trama… Primero me puse, imagínate, en el suelo, ¿no? —en realidad no—, pero bueno, la típica imagen de que dispones todas las páginas en el suelo y vas diciendo, «a ver, si pongo ésta detrás de esta otra, parece que hay una especie de hilo. Aquí se ha enamorado, aquí le han roto el corazón, aquí su amiga se mete con él por eso… Y aquí volvemos a lo del principio…»
Esta manera de componer a partir de trabajos propios, alejados en el tiempo entre sí, recuerda al caso de Txomin Badiola, cuando recuperó textos que escribió años antes de siquiera plantear el libro en el que luego los insertaría, Malformalismo. Jon Mikel Euba le respondió que, frente a las estrategias de narración respetuosas con el orden cronológico, Jean-Luc Godard exploraba un criterio plástico para trabajar allí donde lo que había en juego era una historia[1]. Los momentos que encontré más luminosos tanto en Dramatic Funnies como en La alegre vida… fueron aquellos en los que historia, ritmo, viñeta y personaje se acompasan y expresan por medio de recursos plásticos, los que nacen cuando se hurga en el medio. El estado de ánimo de los cómics se deja conocer por sus latidos, y no por descripciones racionalizadas.
Un ejemplo lo da la primera página de Dramatic Funnies[2]. Está dividida en seis espacios de casi idénticas proporciones. Cinco están ocupados por viñetas, cuatro cuadradas y dos rectangulares, pero el primer espacio de todos, arriba a la izquierda, está en blanco. Ni siquiera vemos una caja vacía, sino sus dos paredes exteriores. La superior muere justo antes de aportar lo que debía para conformar el vértice superior derecho de la viñeta. Y entonces, en el espacio contiguo, irrumpe la primera viñeta, en la que Cornelius se alegra por el «día espléndido» que le invita a «respirar oxígeno». El espacio vacío, esa hache capital y muralla de niebla solemne apenas bosquejada, está destinada a ser atravesada por un bobalicón. La reflexión sobre qué puede ocupar una página y cómo se puede dejar intuir una viñeta sucede a la vez que el retrato del protagonista porque tanto la primera como el segundo dependen de las mismas decisiones plásticas. Nos interpela algo ideológico: el silencio es frágil, hasta un clown lo interrumpe, pero ya volverá.
Las estrategias plásticas sirven al ritmo de la página al tiempo que para darnos a conocer al perro. Torices hace así un cuerpo concreto, sensible y transmisible de su sentido del humor. Un cuerpo cuya belleza, que Torices necesita que sea útil, depende del uso de paletas sencillas y tostadas, sombras duras, contrastes entre registros que hacen vibrar nuestra percepción de Cornelius, y multitud de préstamos: la mayoría, homenajes a la historia del cómic; unos puntuales, concedidos por lo que hay de sublime en vastos campos por los que los perros olfatean en silencio.
MT: Yo no encuentro nada optimistas las ideas que contiene el libro, pero quizás la forma de abordar las ideas sí que lo es. A lo mejor hay un regodeo por mi parte de ciertos aspectos del oficio del cómic. El dibujo, la escritura, la tipografía… Hay un canto a la vida… Aunque puede ser también una respuesta a una obsesión, que tampoco es algo muy bueno, en realidad. Pero veo lo que dices.
CG: Comparto que quizás no hubiera dicho optimismo. Pero no creo que el aprecio, el respeto, la consideración de la belleza necesariamente estén relacionados con el optimismo. Muchas veces ocurre al revés, hay una relación intermediada por el sufrimiento con la belleza. En fin, no quiero entrar más, pero bueno, por ver cómo trabajas tú, cómo creas una imagen y por qué es cómo es…
MT: Ya… a mí no me interesa mucho el tema de la estética por la estética. Me da repelús. A veces me da como unos aromas medio fascistas. Bueno, fascistas no es la palabra, pero no me gusta nada, tengo aversión. Estoy tan obsesionado con el contenido, ¡aunque el contenido no cuenta nada!, pero que haya un afán de narración, un espíritu narrador. No narrador como Tolkien, de «te voy a contar una fantasía que te vas a cagar», pero que no sea porque es bonito y ya está. No te lo sé defender, la verdad. Pero es que hay corrientes que se centran mucho en la experimentación y con eso ya lo dan por hecho… en la experimentación visual, me refiero, donde ya es un fin en sí mismo. Para mí no es así. Para mí es útil en sí mismo. Para el medio es un fin en sí mismo, pero el medio tiene que ser un medio. El Nord Stream es un medio para llevar una cosa a otro lugar. Hay toda una serie de avances de ingeniería que sirven para ese tubo, pero es un tubo. Tiene que contener y trasladar algo.
CG: ¡Es muy buena analogía! Algo tiene que pasar por el tubo para que no solo sea bello; que sea útil.
MT: Exacto, que sea útil. Porque, si no, lo veo arrogante. No sé por qué un lector debería darte autoridad a una especie de ocurrencia que has tenido tú un día que tenías, por lo que sea, ganas de escribir o dibujar cualquier cosa. ¿Por qué tiene que importarle a alguien? Lo que intento yo es que le importe a alguien. Yo no sé si lo consigo, pero mi interés es ése.
¡Pues a nosotros nos importa mucho!
Agradecemos a Marc Torices su atención, su apertura y su paciencia infinita.
Bibliografía/webgrafía:
[1] En este texto se hace referencia a cómo se aplica esta estrategia a un fragmento que se encuentra en: Badiola, Txomin. Malformalismo. (2019). Madrid: Caniche. pp. 110 – 112. Desconozco cuánto más aplicó Badiola esta estrategia en su libro.
Para la conversación entre Txomin Badiola y Jon Mikel Euba:
ORIGINAL CONVERSACIÓN TXOMIN BADIOLA JON MIKEL EUBA. [vídeo en línea] (15 de marzo de 2024). Azkuna Zentroa – Alhóndiga Bilbao. [Última revisión: 10 de noviembre de 2024]. Recuperado el 16 de septiembre de: <https://www.youtube.com/watch?v=8qNz8oCYYC8>
[2] Marc Torices. Dramatic Funnies (2022). Zángano Cómix.
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