Al final de la década anterior, la visita de Rafael Argullol al Centro Guerrero fundó Archipiélago, una sección que tomaba como punto de partida su concepto de transversalidad y el nombre de uno de sus libros (Archipiélago, Subsuelo, 2015) para presentar esa hibridación siempre fértil y pertinente: la de pintura y la literatura. En aquel libro de 2015, cincuenta autores del mundo de la cultura elegían un fragmento de la obra de Argullol, un fragmento de la obra de otro autor y una imagen que definieran, de una u otra forma, al pensador catalán. Con esta voluntad de indagación, entre el azar y el destino, presentamos nuestra versión transversal de Archipiélago, donde un texto de un escritor y una obra de José Guerrero, como islas con un origen geológico común, ocupan un mismo espacio para generar un diálogo, expulsarse, acercarse, fundirse o comprenderse mutuamente.
Alana Gómez Gray. Originaria de Jalisco, México, es escritora y crítica literaria. Ha publicado su narrativa en revistas especializadas y antologías, así como los libros Larva de serafín (Tierra Adentro, 1999), La Fortaleza (Porrúa, 2005), con el cual ganó el Premio Nacional de Cuento «Efraín Huerta», y Relámpago de asombro (Esdrújula, 2022). Ha fungido como jurado en diversos concursos locales, nacionales e internacionales de narrativa y poesía tanto en México como en España. Ha sido docente en el Aula de Formación Permanente de la Universidad de Granada. En la actualidad dirige un taller de escritura creativa dentro del Aula de Pensamiento «Francisco Javier de Burgos«, en Motril, de cuya asociación es miembro. A la par, es directora honorífica de Impossibilia. Revista internacional de estudios literarios, revista de la que es cofundadora y que dirigió de 2016 a 2022, editada por la Universidad de Granada. Cuenta con la Maestría en Literatura Mexicana, por la Universidad de Guadalajara; con el Máster en Estudios Literarios y Teatrales y el Doctorado en Teoría de la Literatura y del Arte y Literatura Comparada por la Universidad de Granada.
La forma se disloca y obedece al cosquilleo del corazón de la piedra.
Susurrado por el aire rojo inglés, el monolito se rompe.
Y canta.
Los vilanos de su pensamiento,
engendrados en silencio,
sueltan al óxido atisbos de sol
y hasta lo inamovible se ablanda:
negrores de semilla, semilla en humedad.
Eones contenidos en arcanos,
dijeron que no ocurriría, pero sucedió,
y lo tan esperado cuando por fin llega, asombra.
Dentro de un crisol, el milagro, alquimia de los tiempos, de las afueras.
No hay rumores ni certezas, solo inesperada ingravidez,
contornos que palpitan sin apenas sombras,
solidez ficticia.
Si esto es el frente, no necesita, simplemente da:
agonía vuelta vientre al calor de la pincelada,
suavidad que se rehúsa a cubrir la trama.
(Inédito)
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