Editado por la independiente Nieves Books, Ourselves, del artista y mangaka japonés Yuichi Yokoyama (1967, Miyazaki) consiste en una colección de estudios pictóricos en torno a la configuración de la forma humana. En Ourselves se deja ver su experiencia previa en la pintura contemporánea, a la que se dedicó con óleo y pintura para paredes; también su prolífica trayectoria como mangaka, aunque no exista una lógica temporal ni acontecimientos ordenados progresivamente tanto como un coro de fenómenos en fila. Desde la presunta ignorancia con la que afirma haberse acercado al género y a la narración de historias, se permitió denominar su obra como neo-manga. La parcela del cómic a la que se ha relegado queda cerca de la de Martin Vaughn-James: una parcela en la que el cómic, como obra de arte que obtiene su unidad necesariamente por secuencialidad, la examina, y se concentra en su tensión, contracción o dilatación.
En un primer vistazo, las operaciones estéticas que predominan en Ourselves podrían confundirse con la famosa perversión bovina de Theo van Doesburg, pero la aplicación de Yokoyama de la geometría dista de la disolución de una forma inicial. La ruta del japonés nunca se desvía lo suficiente de la sugerencia humana, aun mediante una figuración tortuosa. La disolución ocurrirá por acumulación, y toda noción naíf que pudiéramos tener de la figura humana se diluirá al paso de sus infinitas variaciones, de las cuales se nos da una muestra. El apogeo disolutivo tiene lugar en la pintura a doble página que se reparte más o menos en el ecuador del fanzine, cuando un rostro evoca a la vez una casa —atravesada por haces de color— sobre una colina. Sin importar si nos la brinda la naturaleza o la imaginación humana, como nos enseñó la serie fotográfica vegetal de Blossfeldt, cada ala de la infinitud cubre en su propia lengua: una arropa, porque exonera; mientras la otra, que empequeñece y cubre de sombra, horroriza.
Un giro amenaza la alta volatilidad del diseño humano en el universo de Yuichi Yokoyama. En firme oposición al espectáculo de trajes, formas y composiciones geométricas, el autor recurre a un escueto surtido de estados vitales que oscilan entre el reposo, la quietud o la sospecha atenta. En otros títulos, como Garden, ha encajado expresiones faciales estridentes de manera perenne. Al sustraerles su carácter efímero, las desvirtúa. «No confío en las emociones» declaró para Azito. «Las emociones nos impiden dar con otras cuestiones de interés». Respecto a esta obsesión, que ha extendido al rechazo del trazo natural, condicionado por reglas, compases y escuadras, Ourselves es una de sus propuestas más efectivas, ya que la expresión humana acaba al borde de la maquinización o disgregada en polígonos que amenazan con imponer su autonomía sobre nuestra pareidolia natural. En el instinto espera el reto al autor japonés, que no siempre consigue exonerar de pasiones a sus personajes a pesar de su alto índice de éxito. Los cuerpos —hieráticas acumulaciones de abstracciones, torres de Babel individualizadas, pinocchios desaforados— refuerzan la tensión dialéctica entre la disparidad de vivencias sensoriales a la que apuntan sus constituciones y la persistencia contumaz del reposo, la atención inmóvil que comparten sus personajes.
Encontramos lejanos parecidos en planteamientos marginales de la tradición europea, como en la pintura de Arcimboldo, los Costumes grotesques de Nicolas de Larmessin o los grabados de la serie Bizzarie di Varie Figure de Giovanni Battista Bracelli. Pero Yokoyama ha confesado una relación ambivalente con la tradición artística europea que ha desembocado en el rechazo del lienzo como un formato «demasiado grande para los hogares pequeños» y el óleo como un material poco afín con el clima japonés. Ha expresado su desdén por otras influencias, nacionales o no, con la excepción del impacto liberador que tuvo para él la obra de Tadashi Kawamata, y se arremolina en su visión personal: alcanzamos a detectar sustrato en el folklore japonés, como en los tsukumogami, una clase de yōkai vinculados a enseres personales que han cobrado vida al cumplir cien años. Recuerdan a la extraña noción de humanidad que dibuja Yokoyama, aunque en el orden inverso; pues, en su obra, es la humanidad la que se degrada y recoge monstruosamente en lo inerte al tocar la modernidad. Carmen Pardo nos recuerda, sobre el ominoso tiempo bélico que enlazó de nuevo al mundo, que:
[t]al y como François Guizot exponía en sus conferencias sobre la historia de la civilización europea, las ideas de progreso y desarrollo estaban implícitas en el término civilización. Se produce así un paralelismo entre la fascinación por los objetos producidos por la técnica del momento y la búsqueda de lo nuevo que comporta la idea misma de regeneración.
La relación del autor japonés con lo inerte y la industria masificada oscila cerca de la honda fascinación que produce lo odioso e inevitable, muy lejos de la ideología del temprano siglo XX. La necesidad de dejar a un lado el espectro emocional para percibir nuevos fenómenos evidencia la impotencia y la sed de Yokoyama de apresar el mundo inmediato. Se manifiesta en la densidad gráfica de las páginas de Ourselves, en las atmósferas repletas de patrones y trazos azarosos que sustituyen a las onomatopeyas en sus otros cómics. Proporciona cuerpo visual al ruido, mudo en el papel, y engulle a los personajes o se confunde con ellos. Una vez más, nos recuerda a la concepción arrolladora y mistificada del ruido para los pensadores y artistas futuristas: «Ese rumor se verá trágicamente ampliado en el campo de batalla con el sonido de las tecnologías puestas en obra: metralletas, tanques, submarinos, aviones y también las radios y los teléfonos que se instalarán incluso en las trincheras». La descripción de Pardo resuena en las declaraciones del mangaka por saber afinar, distinguir, tener los ojos que exige el exterior: «Los gatos no reparan en si alguien es adorable, como los humanos. Quizás solo les interese si es peligroso o no. Quiero dibujar desde esa perspectiva, desde el ojo de un gato o una mosca». Puede que por ello la síntesis de Yokoyama comparta algo con los pictogramas y las señales de tráfico. Imágenes alienantes, de advertencia, con las que se regula el tránsito de los seres humanos en el espacio público, afloran en cada retrato y en las acciones de los personajes, y perviven en ramificaciones subversivas del manga contemporáneo y en la obra de artistas como Saehan Parc.
Ashizawa, J. (2021, 11 de marzo). Yuichi Yokoyama’s “Neo Manga” And His Relationship With Contemporary Art and Manga. Tokion. Recuperado de: <https://tokion.jp/en/2021/03/11/yuichi-yokoyama-contemporary-art-manga/>
Pardo, C. (2016). En el silencio de la cultura. Madrid: Sexto Piso. ISBN: 978-84-16358-94-6
Seneca, M. (2011, 10 de noviembre). Untranslatable Genius: Interviewing Experimental Mangaka Yuichi Yokoyama. Comics Alliance. Recuperado de: <https://comicsalliance.com/yuichi-yokoyama-interview/>
Tsuda, R. (2013, 22 de junio). See the world flows without labeling it: Interview with Yuichi Yokoyama. Azito. Recuperado de: <http://azito-art.com/topics/see-the-world-flows-without-labeling-it-interview-with-yuichi-yokoyama/>
Yokoyama, Y. (2014). Ourselves. Zurich: Nieves Books. ISBN: 978-3-905999-55-6.
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