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Home  /  Sin categoría  /  La promesa cierra hacia delante (I)

La promesa cierra hacia delante (I)

Written by Juan Viedma Vega
3 febrero, 2021 Sin categoría Leave a Comment
Manuscrito autógrafo de Victor Hugo (1802-1885)

El examen abstractamente explicativo, ordenador y consecutivo de fenómenos o verdades reconocidas resulta imposible sin la escritura y la lectura.

Walter Ong, Oralidad y Escritura. Tecnologías de la palabra.

Ong también sostuvo que «la escritura en cierto sentido fue inventada principalmente para elaborar algo parecido al listado». El jesuita apunta a los procesos mentales encargados de la agrupación y la acumulación; en especial, las del tiempo, cuando señala a los calendarios. La palabra delinea estadios del pensamiento sorprendentemente próximos a la percepción. Esta proximidad sigue siendo objeto de debate académico, como evidencian la hipótesis de Sapir-Whorf de la relatividad lingüística, las aportaciones de Marshall McLuhan o la defensa de Noam Chomsky de posibles facilidades innatas para la adquisición del lenguaje. Hablamos del potencial transformador de la escritura como dispensadora de presencias por medio de la materia, a la que subyuga y convierte en superficie.

En los dibujos a café, acuarela y tinta del escritor francés Victor Hugo podemos apreciar texto como un elemento pictórico-gráfico pleno. La aparición más frecuente es la de su firma, determinante en la composición e integrada en coherencia con el resto de recursos utilizados. Hugo dota al texto de espectralidad y autonomía gráfica, como en el caso de Souvenir, de 1864. Sobre un paisaje neblinoso emerge la palabra souvenir (recuerdo), cuyas gruesas letras albergan a su vez varias fechas. La preservación del pasado es siempre una medida preventiva: la constitución de la palabra en este dibujo, talismán y recordatorio, sugiere una necesidad por parte del homme de lettres de posarse sobre los tiempos que la escritura hace posible —en contraste con la oralidad, circunscrita al presente hasta que se desarrollaron los primeros dispositivos de grabación de sonido— y sobre su densidad. Hugo practicó estrategias muy similares en 13e année d’absence y Urbs. Las inscripciones comparten sombras, tintas y facturas de mancha con los elementos dibujados, a cuya presencia se nivelan. Estas desactivan la mirada preconcebida para el dibujo e instilan un carácter narrativo, íntimo e inconcluso.

Que sobre las tierras galas aparezca la palabra como una entidad autónoma y humeante, como el viso de una realidad de otro orden, nos retrotrae al pasaje bíblico de la cena de Baltasar en el libro de Daniel, del que Rembrandt legó una minuciosa pintura titilante de verdes, ocres y amarillos engullidos por la habitual oscuridad del alemán. Como apunta el investigador Luis Vives-Ferrándiz, los escritos de Jenofonte o Herodoto ponen en cuestión la veracidad de la narración bíblica, lo que no la priva de articular una efectiva condena de la trivialización de los ritos religiosos y de su menaje. Cuando Baltasar sirve vino en las copas del templo, antepone el placer a su todavía reciente responsabilidad como gobernante —pues Nabucodonosor se ha transformado en bestia— para con la memoria y el orden de Babilonia. Baja la mano divina e inscribe en la pared la luminosa codificación del porvenir de la ciudad que solo descifrará Daniel. Mene, Teqel, Ufarsin. Aquí el verbo es la manifestación del futuro insoslayable: tarde o temprano tocarán tierra los hechos, de los que el ser humano se fragua una pista por acto de los procesos mentales que desencadena el pensamiento verbal. Solo los individuos con la excepcional sensibilidad espiritual del profeta Daniel consiguen visualizar, leer, el futuro. La estrecha relación entre escritura, ley y divinidad que expone el pasaje bíblico nos redirige de nuevo a la fascinación, ahora explícitamente política, por las capacidades amplificadas por el verbo.

Desde el conocimiento contemporáneo, la agonía de la extinta ciudad mesopotámica adquiere nuevos matices. El filósofo José Antonio Marina apela al pensamiento verbal como herramienta para la recapacitación, y a esta, en la estela de Locke, como el necesario freno de los impulsos que otorga la verdadera libertad. En El vuelo de la inteligencia se refiere así a las personas que «han construido de manera deficiente sus sistemas de autocontrol»: «tenemos que enseñarle a que se dé órdenes y a obedecerlas. La primera [orden] es “piensa un instante lo que vas a hacer”. Es, pues, una reeducación lingüística». El impulso se manifiesta de manera inmediata, como una apetencia cuyo control pasa por el traslado a la conciencia. En La inteligencia creadora, Marina defiende la efectividad del lenguaje cuando nos recuerda que es el longevo y sofisticado fruto de las advertencias primigenias, los primeros gritos del grupo. No obstante, su eficiencia no arroja siempre la pausa que conduce a un tempo reflexivo, como prueban la cartelería política o la publicidad comercial. Solo en ciertos contextos y usos nos acercamos al prendimiento del espejo en el que se mira el propio pensamiento, y de ellos se encargan también las artes.

Un misterioso trabajo gráfico de Urs Fischer abrocha estas ideas. Entre los treinta dibujos de su serie de 1999 The mountain is high, the valley is deep encontramos una reproducción parcial, probablemente una fotocopia, de El mar de hielo de Caspar Friedrich, sobre la que Fischer ha pegado un recorte donde leemos shalom, término hebreo para saludar, despedir y transmitir buenos deseos. A la manera de los rótulos de las atracciones de feria, la grafía burbujeante y desenfadada exhibe circunferencias internas. El artista suizo superpone una demostración inequívoca de simpatía a la icónica pintura romántica, con el triángulo, formado por las nociones de belleza, experiencia de lo sublime y mortalidad, que conlleva. Una vez en combinación con el plano en el que Fischer proyecta la primacía de las condiciones naturales sobre el ser humano, del sencillo mensaje, tan antiguo como vigente, derivan dos lecturas: o lo reduce a su ingenuidad, o reduce la nuestra al enfrentarnos con el sustrato de shalom. Con la ayuda de una referencia a la historia del arte y una nota filológica, Fischer traza el chiste, y tensa su chasquido por medio de la longevidad que evocan los elementos de la pieza.

 

 

Ong, W. y Sherp, A. (trad.) (1996). Oralidad y escritura: tecnologías de la palabra. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. ISBN: 950-557-170-4

García, R. y Zuriaga, V (eds.) (2008). Imagen y cultura: la interpretación de las imágenes como historia cultural. Valencia: Biblioteca Valenciana. ISBN: 978-84-482-5065-2

Marina, J. (2017). El vuelo de la inteligencia. Barcelona: Penguin Random House. ISBN: 978-84-663-4411-1

          —(2006). Teoría de la inteligencia creadora. Barcelona: Anagrama. ISBN: 84-                       339-6652-9

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Juan Viedma Vega

Juan Viedma Vega (Jaén, 1993) es graduado en Bellas Artes por la Universidad de Granada, donde ha colaborado en las últimas ediciones de iniciativas como Circuitos o FACBA. Compagina sus labores de redacción, crítica artística y asistencia comisarial, tanto fuera como dentro del ámbito universitario, con la práctica de diferentes artes visuales.

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Sobre el autor

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Juan Viedma Vega (Jaén, 1993) es graduado en Bellas Artes por la Universidad de Granada, donde ha colaborado en las últimas ediciones de iniciativas como Circuitos o FACBA. Compagina sus labores de redacción, crítica artística y asistencia comisarial, tanto fuera como dentro del ámbito universitario, con la práctica de diferentes artes visuales.

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