¿Cómo investigar el tiempo? Tras siglos de disputas ontológicas, los científicos han terminado por reconocer su fracaso: el tiempo es invención. Illya Prigogine, premio Nobel de química en los 80, cedió por fin el asunto a los filósofos. Ahora, dado que para la mayoría de científicos la filosofía no existe como epistemología posible, aseguran que el tiempo tampoco. Como no existen seguramente para muchos de ellos el arte, la imaginación, la pintura o la fotografía. Pero que sea invención no quiere decir que no exista. Significa, simplemente, que no es mensurable, ni predecible, que no está sujeto a la tiranía del método científico en su descripción.
Duane Michals (McKeesport, Pennsylvania, 1932) es un fotógrafo adscrito al bando de los filósofos en su visión del tiempo. Mientras la mayoría de fotógrafos ha buscado atrapar el instante, asumiendo, como la mayoría de científicos, que el tiempo era aprehensible, él ha preferido situarse al margen de lo real, teatralizar lo real, asumiendo la falsedad que se encuentra tras la tentativa de aprehender lo inaprehensible. Muchos lo llaman el antifotógrafo por su rechazo a lo visible inmediato, por su voluntad de descubrir qué trampa esconde lo tangible, el instante, el presente.
O lo que es lo mismo, qué es el tiempo. Pero también qué es el yo, qué es el mundo, qué es en verdad todo aquello que, a base de ser incontenible para el método científico, ha acabado por no tener entidad en la contemporaneidad.
La ampliación de los conceptos de la propia disciplina fotográfica se convierte en un antídoto contra su limitación. Hay muchos fotógrafos, asegura Michals, mejores que él, pero la mayoría carece de imaginación. Obsesionados con la perfección, yerran una y otra vez, pues en los defectos, asegura, es donde se halla la poesía. La humanidad del fotógrafo no debe supeditarse a la herramienta de la máquina de fotos. ¡Hay que fracasar! La vida es un fracaso con capacidad de trascender, de ser disfrutada. Porque, ¿aprender? No se aprende nada en la vida. Solo se vive. Para ello, solo es necesario vivir. Y para hacer esto posible, es necesario cambiar algunas rutinas, como dejar de llevar la cámara siempre encima.
Duane Michals ha trabajado con revistas de gran prestigio como Esquire, Vogue, Harper’s Bazaar, Mademoiselle, con marcas como IBM o Microsoft. Realizó la portada del disco Synchronicity de The Police. Ha retratado a personajes como Magritte, Balthus, Duchamp, Truman Capote, Andy Warhol, Marguerite Duras, Truffaut, Pasolini, De Chirico, Eastwood, Scorsese o Madonna.
Su obra está alejada de toda espontaneidad. Sus fotografías recrean lo observado al vivir, y está inundada por intrusos, la palabra escrita, la pintura.
Antes que fotografías las suyas son poemas realizados con diversos materiales. Es un fotógrafo mundano que no cree en ningún esencialismo: el reverso del fotoperiodista ojo avizor.
Como el Peter Handke del Poema a la duración, es un adepto a la espontaneidad del acontecimiento que asume la imposibilidad de aprehender el ahora sin disolverlo.
Destacados teóricos de la imagen de la historia, desde Benjamin hasta Berger, pasando por Sontag, han insistido de una u otra forma en la importancia del contexto en la fotografía. Es lo que puede o no darles valor, hacer o no que trasciendan más allá de su arbitrariedad como instante recogido. Y es por esto por lo que, como estos visionarios supieron ver, la fotografía está llena de una gran potencialidad negativa, pues la gran facilidad con que puede caer en manos de la descontextualización, una vez que la sobreabundancia de imágenes desborda la sociedad, abre la puerta a la manipulación más absoluta.
Michals se sitúa, a priori, al margen de este problema, pues sus fotos son un teatralización del mundo, no parte del mundo. El contexto está ficcionalizado de antemano. Así se cura en salud, mostrando no lo espontáneo, sino cómo brota lo espontáneo en su recreación, no para cazarlo, sino para aprender de sus rutinas y conseguir realizar un acercamiento a la vida, el tiempo y la experiencia. Una vez que la imagen descontextual ha inundado la visión y la costumbre de lo real, lo real se nos escapa. Convertir lo real en personaje, representarlo, es quizá la única forma que empezamos a tener para atrapar su veracidad.
Exposición abierta al público del 26 de enero al 1 de abril de 2018. Centro José Guerrero
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