Tras año y medio de trayectoria, se celebrababa el pasado 16 de junio una fiesta con la que se despedía TRN, un par de semanas más tarde clausuraba la última de las exposiciones programadas: «Sin Fin» de Helí García e Irene Sánchez. Esta entrevista con Fernando García Méndez, alumno de la facultad de Bellas Artes y responsable del proyecto junto a Elena Rodríguez y Antonio Collados, ofrece una valoración de su experiencia personal en TRN-lab. Al mismo tiempo, intenta desgranar el funcionamiento de una iniciativa que ha contribuido a animar el panorama cultural de la ciudad en estos tiempos en los que la palabra más traída y llevada es una que empieza por c y tiene seis letras (la c inclusive) si quiere saber cual es siga este enlace. Animación, esa es la mejor manera de definir el efecto de La Casa de la Palmera, aportación de frescura y entusiasmo a un contexto que en el momento en el que surgió estaba marcado por noticias un tanto tristes como el cierre de la Galería Sandunga o los conflictos institucionales a los que se está enfrentando la música en directo, de los cuales surgió otra iniciativa igualmente interesante: Granada en Off.
El vídeo de la despedida de TRN
Lo sabemos, esta entrevista llega tarde, ahora que TRN echa el cierre, pero lo hace con la intención de convertirse en el germen de algo. Pretendemos que este intercambio sea el primero de una serie de conversaciones con diferentes proyectos culturales, de esos que nutren a la cultura desde abajo, supliendo con talento y entusiasmo la precariedad de medios con los que encaran esa realidad cultural en la que intentan intervenir. Se trata de localizar aquellas iniciativas que están creando el tejido cultural de base imprescindible para que los programas e instituciones culturales públicas (incluido el Centro José Guerrero) tengan sentido. Consciente de que cultivar esa relación, es necesaria para su sustento, el Guerrero se ha caracterizado siempre por establecer, a través de los aledaños de su programación (seminarios, conciertos…), los puentes que un proyecto museístico modesto puede emprender. El ejemplo más duradero es sin duda la colaboración con la Asociación de Amigos de la Orquesta Ciudad de Granada durante las ya XI ediciones del Festival de Música Contemporánea. Dentro de esa línea se insertan estas entrevistas propuestas por nosotr+s, el colectivo FAAQ, para poner en valor las iniciativas que, bajo nuestro criterio, cumplan con las premisas ya señaladas. Nuestra preocupación por el contexto cultural ya ha quedado patente en otras iniciativas; valgan como ejemplo, las mesas de discusión de R08, que ya sirvió para unir nuestros intereses y los del Centro Guerrero. Esperamos y deseamos que uno de los alicientes de esta serie sea la sorpresa, como menciona Fernando durante la entrevista y nos topemos por el camino con proyectos de los que aún no tenemos conocimiento. Para que la sorpresa se dé tendremos que forzar nuestra mirada sobre un contexto cultural, el granaíno, del que a veces nos quejamos amargamente (no somos los únicos) diciendo que se queda corto, pero que todavía nos sorprende de tanto en cuanto con novedades poniendo en cuestión nuestra queja y devolviéndonos la pregunta diciéndonos que a lo mejor los corticos somos nosotros. Realmente preferiríamos que lo que quedara en evidencia tras este ejercicio fuera nuestra queja.
P– A estas alturas ya hay que formular la pregunta en pasado ¿Qué ha sido TRN?
R–TRN-lab es la contracción de Laboratorio Artístico Transfronterizo, es un proyecto que ha tenido lugar en una casa de la Chana, en un espacio doméstico en el cual tres amigos, dos de ellos residentes en este mismo espacio, hemos intentado hacer una programación cultural, principalmente basada en exposiciones de arte contemporáneo pero donde también han tenido cabida otras disciplinas como la música, la poesía o la arquitectura.
TRN ha intentado llenar ciertos huecos que detectábamos a nivel cultural en la ciudad tanto institucionales como autónomos, de pequeña escala. Estos huecos también tienen que ver con situarnos entre diferentes contextos y roles, entre los cuales a veces es difícil moverse o dar el salto: entre la facultad y el mundo artístico profesional, entre el barrio de La Chana y la facultad, entre profesores, alumnos y artistas profesionales… se podrían mencionar muchos más, digamos que el «transfronterizo» hace referencia a esto. Quizá la relación que más hemos relajado ha sido con el barrio, teníamos intención de que se pasaran por aquí los vecinos. Hemos realizado invitaciones a las asociaciones de vecinos y a personas concretas, pero su afluencia al final ha sido bastante testimonial. A pesar de ello creo que al final ha sido un foro de la cultura en el que se ha encontrado mucha gente que no se cruzaba en otros espacios. El hecho de tratarse de un sitio doméstico, un lugar poco habitual para este tipo de cosas también invita a que el ambiente sea distendido y a que se creen nuevas relaciones. El esquema es muy simple, hacer que algo aparentemente convencional no lo sea, quedarnos con la esencia: que esto es un lugar de encuentro… Yo que se, no se que más decirte con esta pregunta (risas).
P– ¿Quiénes han expuesto en TRN? ¿Cuál ha sido vuestra labor comisarial?
R– Siguiendo con eso de llenar huecos, TRN creo que sirve también como rastreadora de lo que es el tejido cultural más bruto, más bruto en el sentido de que lo que importa es la calidad de la propuesta y la empatía hacia el proyecto, independientemente de la trayectoria que tengas. Ha podido mostrar cosas que no habrían tenido cabida en otros espacios más significados, más asentados. También el trabajo de artistas que no les cuadra del todo con el sistema de galerías y que no encuentran su sitio. En TRN se han podido mostrar cosas que quizá las instituciones o incluso las galerías «serias» no se pueden permitir, no se podrían permitir la sorpresa tal y como nos la hemos permitido en TRN, siempre hemos dejado que los artistas nos sorprendan. Hemos estado trabajando en proyectos sin saber muchas veces cuáles eran las intenciones finales del artista, lo hemos dejado todo en manos de ellos, esperando la sorpresa, sin intervenir en casi nada. La sala debía funcionar como un dispositivo que permitiera a los artistas mostrar otra cara, la cara que no pueden mostrar en espacios más formales, un trabajo más desenfadado, en el que el artista no tiene por que ser coherente con la línea de trabajo habitual o más reconocible, que sirviese para ellos como experimentación, como laboratorio, volviendo al nombre del proyecto. A partir de ahí le hemos propuesto que generaran algún fanzine para reflejar otras características que en la exposición se han perdido o para matizar ideas, para generar otras cosas que se han quedado fuera de la exposición en sí.
P–¿No hay más premisas?
R–Las premisas por nuestra parte son bastante pocas. A parte de no vender, que siempre hemos tenido claro que en TRN no se vende obra; por lo demás TRN solo hace la invitación. Se trata solo de fijar una fecha y de que el artista tenga simpatía hacia el proyecto, le explicamos en que consiste el proyecto, el espacio y, si hay sintonía, se trabaja a partir de ahí.
Además nos interesaba enseñar la potencia de esta ciudad, artistas que residen aquí o que han tenido algún tipo de vinculación vital o afectiva con Granada. Por supuesto, y teniendo en cuenta los medios del proyecto, para ello hemos tirado de personas con las que ya había amistad y al mismo tiempo admirábamos pero también de otras personas que no conocíamos y que nos gustaba su trabajo.
P– Y a nivel económico ¿Cómo habéis sustentado el proyecto?
R– Nos hemos intentado mantener al margen de toda subvención, de todos los medios posibles de generar dinero, queríamos que fuera inmediato, los recursos necesarios para poner esto en marcha son relativamente pocos, hemos tirado de los medios propios de que disponíamos. Bueno y el cepillo, teníamos un buzón para donaciones donde algo caía (risas).
P– Aunque esa haya sido vuestra opción, ¿creéis que podría darse algún tipo de apoyo institucional para con este tipo de proyectos?
R– Se podría dar, lo que pasa es que tendrían que variar un poco los modelos y las políticas que se siguen. Las instituciones deberían de apoyar este tipo de iniciativas otorgando un apoyo económico mínimo, muy mínimo que no matase la esencia del proyecto, solo de mantenimiento, que ayudara a darle una continuidad en el tiempo, que minimice un poco el riesgo, la fugacidad. Sería bueno que no importara que se realizara en una casa, que se realizara en la calle o en cualquier otro lugar, que las premisas no fueran tan estrictas. Que las instituciones se dieran cuenta de que apostar por el tejido básico es nutrir la cultura. Que se fuese consciente de cada proyecto, del funcionamiento de cada proyecto, y que se tuviera respeto por él. Un apoyo mínimo insisto con el cual pudieran continuar con su apuesta sin tener por ello que ser fagocitado, desactivado.
Lectura de la Letania del creyente artístico durante la exposición anónima Artistas que se exponen.
P–¿Qué otros proyectos os han servido de referencia?
R–Nuestra referencia ha sido un poco todo estos centros sociales autogestionados, todas las prácticas colaborativas han tenido gran influencia entre nosotros, como el caso de Aulabierta.
Casos concretos.. El Bart Wells Institute… La Sonrisa de la Ballesta que es el estudio de un artista, de José Luis Vicario, que lo abre un domingo, en el que hace una vernissage-finissage en el mismo día donde se presenta el trabajo de un artista, se desayuna y se cierra, todo en el mismo día en cuestión de horas. En Centro-Europa y eso todo este tipo de proyectos, de iniciativas están muchos más asentadas, más asimiladas ¿no?
P– ¿Bajo que necesidad habéis impulsado TRN? ¿Por qué habéis estado un año y medio trabajando y poniendo vuestro esfuerzo, vuestro tiempo, incluso vuestro dinero en generar este proyecto?
R– Todo viene a raíz de la preocupación por toda esta historia de la crisis y haciendo un poco de análisis del estado de la cultura en Granada. Estamos viendo cómo propuestas privadas particulares que eran importantes se estaban cerrando, como el caso de la galería Sandunga. También la Plataforma por el Guerrero nos dio pistas de la potencia que podía llegar a desplegar el ámbito de la cultura en Granada. Y era una necesidad, darnos cuenta de que necesitamos hacer algo por lo que amamos, lo que nos gusta, en nuestro caso el arte.
En mi experiencia particular, pues yo como alumno que soy aún, he podido generar una propuesta, no ha hecho falta que estuviera licenciado, legitimado, que tuviera experiencia previa para la realización de ningún proyecto… Lo que mas ilusión me hace es que esto sea el inicio de infinitas propuestas dentro de la ciudad que sea como un disparador, el inicio de decir: oye, que tú puedes hacer algo por lo que a ti te gusta, que no tienes que esperar a nada. Que la gente se vuelva activa y construya ciudad, Do It Yourself, el hazlo tú mismo creo que democratiza un poco.
¿Que pasa aquí en Granada? ¿Que pasa con una facultad de Bellas Artes que saca 75 licenciados? Es decir, unos 10 artistas por año… (risas). Mientras más propuestas haya, mas oportunidades hay para todo el mundo, el proceso ha sido un poco así ¿Qué puedo hacer yo por la cultura? ¿Qué puedo hacer yo por lo que me gusta hacer? Si la cultura es un sistema vivo… si no se regenera pierde vitalidad, si vemos que no está en su mejor momento nosotros mismos deberíamos hacer algo por ella. Cualquier propuesta por humilde que sea, con que vayan 10 personas, tus diez amigos… ya estás generando algo, una dinámica que tiene un potencial, se pueden satisfacer muchas necesidades y muchas ilusiones. Sobre todo eso, me satisface el que haya dado ganas a las personas de hacer algo, no tiene por qué haber treinta TRNs pero puede haber treinta propuestas parecidas o distintas o lo que dé la ciudad…
Y a nivel de conocimiento, de conocer pues eso, el conocer distintas maneras de trabajar. Entablar amistad, hacer amigos, tener un trato cercano con los artistas, la convivencia en sí de comer con el artista, todos juntos, de compartir esos ratos de montaje, los correos… con todos los artistas tenemos un trato de cariño que es bastante especial, todo más relajado, no hay pretensión ninguna por ninguna de las partes, pero si profesionalidad en que quede todo bien sin más ánimo de que esto es lo que nos gusta y ya está ¿no?
P–¿Alguna imagen concreta con la que te quedes?
Para mi la experiencia más grata fue cuando en la exposición de Casa Pérez se presentó la hija del primer dueño de la casa y nos estuvo contando la historia del lugar, pues eso, cómo era este sitio en aquel entonces, los recuerdos que tenía… nos comentó que a veces aún soñaba con este espacio, con que volvía a vivir aquí… establecimos contacto y nos mandó fotos antiguas de cuando ella y su familia habitaban este lugar. Más tarde a partir de ese material y al encontrarnos con que nos encantó el trabajo de Marta Beltrán generamos a partir de ahí una propuesta, un fanzine que es, de lo que hemos hecho, lo que más guarda relación con calle Huéscar 28, ese sitio donde hasta ahora se ha desarrollado TRN.
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