Seifollah Samadian fue uno de los artistas de Geopoéticas presentes en Granada durante la semana pasada, en su trabajo defiende lo que denomina una imagen en movimiento «ready-made»; vídeos que, disfrazados de documental, sin guión, actores, ni puesta en escena de nigún tipo, constituyen un enorme archivo de documentos sobre la vida cotidiana desde el Irán de la revolución islámica hasta el actual. Además, el trabajo de Samadian se sitúa en el terreno fronterizo del cine y del museo de arte contemporáneo, como testimonia ABC Africa, por ejemplo, el documental junto a Abbas Kiarostami sobre la crisis del SIDA en Uganda. Lo más destacable es que Samadian siempre ha mantenido el mismo tipo de trabajo en ambos medios, ante el asombro de cineastas como Martin Scorsese, quien pensaba que ABC Africa era una producción con un gran equipo cuando, como le comentó el propio Samadian, éste no sobrepasaba las cuatro personas.
P: A menudo hablas de cine ready-made para designar trabajos como The White Station (1999) o Teherán Hora 25 (1999), ¿podrías comentar un poco más el significado de este término para ti?
R: Bueno, muy en breve, está listo (es ready) y con una breve intervención, deviene ready-made (risas). En realidad hablo de la manera en que he realizado todos mis trabajos en los últimos 30 años. Significa que no hay necesidad de guión, no significa sin embargo que no tengas una noción del sujeto, del tema o investigación en ello. Toda investigación se resume en la experiencia por entero de la vida, del arte, de la sociedad y de la historia que tienes en tu mente. En cualquier detalle o tema específico, tienes que ser honesto para acercarte al momento y descubrir el instante escondido en la cotidianidad. Creo que no hay guionista en el mundo más poderoso que la vida tal y como se manifiesta.
P: Pero en el proceso de montaje que realizas con posterioridad sin duda existe una deliberada representación del tema y del sujeto, ¿no?
R: Sí, pero el único efecto que el montaje tiene en mi trabajo es reducir su duración, no añado nada más al rodaje. Me siento y lo reduzco, debido al respeto que muestro hacia la actitud del observador. Significa que todos los temas en diferentes lugares y tiempos, empiezan y acaban ante mi cámara y nada más es añadido nunca. Tengo cientos de paquetes con diferentes títulos rodados en el Irán de los últimos 30 años, en cada paquete tienes diferentes historias y conceptos, y con diferente duración. Un tema puede ser de tres minutos, otro de diez. También depende de la ordenación.
P: Ya que has trabajado tanto en el ámbito del cine como en el del museo de arte contemporáneo, quisiera preguntarte ahora sobre el rol del museo en la producción de un tipo de cine expandido y sobre si crees que este rol representa algún tipo de frontera entre diferentes narrativas, géneros y medios dentro del discurso cinematográfico.
R: Mira, yo creo que el cine es cine. Para mí no hay distancia ni límite en los trabajos que realizo con mi cámara. Esa distancia o esos límites existen a veces para algunas personas, en especial comisarios, que piensan que mi trabajo debería mostrarse en museos o galerías. A veces, en cambio, piensan que funcionaría mejor en un festival de cine o en un simple dvd en casa de la gente. Para mí no hay diferencia alguna. Yo tengo que producir mi obra, es la única obligación que tengo. Depende siempre del lugar y de las posibilidades de exposición y de cómo se produce en estas condiciones la aproximación al tema del trabajo mostrado.
P: Estoy también interesado en tu voz personal, en tanto que artista iraní, ¿cómo te sientes representado en bienales, documentas y demás eventos multinacionales? Es decir, hablas con la voz con la que te representan, crees que esa voz es obligada a hablar de manera determinada?
R: Es bueno ser llamado artista. Yo siempre, siempre voy con mi cámara, ser artista no es significativo para mí, pero en cambio ser un hombre con una cámara en las manos significa todo para mí. Significa que la cámara produce a veces un documental social puro, una pura historia del Irán de las últimas décadas. Después de 30 años trabajando así, rodando, creo que mi búsqueda siempre trata de las condiciones de existencia del ser humano en el mundo. Ser iraní me otorga ciertas características que puede ser fácilmente trazadas en mi trabajo.
Primero tienes que ser tú mismo, es el primer deber y responsabilidad en un país como Irán, es algo muy difícil a causa de la sociedad iraní, de los cambios tan rápidos, de los hábitos culturales tan particulares que tenemos y a ser uno de los tres países que produce más noticias al año, sobre todo después de la revolución islámica. Ser tú mismo, primero. Después, ser independiente, y que nadie te ordene trabajar en ningún tema específico. Claro que puedes tener sugerencias, como la del Museo de Artes Aplicadas de Viena y la producción de The Art of Killing. Esto algunas veces funciona, siempre que no se intenten imponer a mis creencias.
P: Como última pregunta me gustaría conocer tu opinión sobre lo que te ha traído a Granada y al Centro José Guerrero. La exposición Geopoéticas, ¿cómo crees que tu trabajo se inserta en el tema de esta muestra: la producción de un trabajo político ajeno al manifiesto y capaz de asumir la complejidad del lugar y el tráfico sur-norte de las imágenes?
R: Bueno, como tú mismo sabes mejor que nadie, eres tú quien me ha convencido para participar y comprometerme en esta exposición, no yo (risas). Desde que acepté, tengo que decir que estoy muy satisfecho en participar aquí y exhibir con el resto de los artistas participantes. Pero lo más interesante para mí de esta exposición es el título que se ha planteado: Geo-Poéticas. Para mí, como artista, lo más importante es ir más allá de lo político. En Irán, es barato y fácil jugar en este campo. Las filiaciones o partidos políticos no deben controlar al artista de ningún modo. Es el artista quien debe controlarlos e imponer su ideario sobre ellos. Hay una máxima que dice resume esto: todos los gobiernos necesitan al artista, pero el artista no necesita gobierno alguno.
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