Entre el eclecticismo en los géneros de vídeo que albergan espacios como youtube o vimeo, destacan las sátiras del poder político en la actualidad. Quién no recuerda a Aznar en sus clases de Georgetown o al propio Zapatero balbuceando sobre los bonsais de la Moncloa con Schröeder y Chirac, por no mencionar los incontables clips que parodian a la prole neocon de Washington y que el cineasta Michael Moore ha convertido en testimonio político para el gran público.
No deja de ser curioso que la sátira sea la manera con la que jóvenes entre 17 y 35 años, los que respiran en internet, opinen sobre la situación política que les rodea. Sin embargo, es aún más determinante que éste también sea el medio para redescubrir una historia más o menos cercana y que ya no es vislumbrada en la narración empírica de los libros de historia o en la investigación del ensayos, sino en unos vídeos ridículos, pillados, robados a la solemnidad de la historia.
Franco recitando patéticamente las espontáneas soflamas que su hija ha aprendido de carrerilla, o el mismo dictador hablando en un inglés tan ininteligible que ensalza al de Aznar, figuran con éxito entre los vídeos que circulan por internet, como si se tratara de un azaroso vídeo doméstico de golpe y porrazo, de un vídeo de primera más.
Sin embargo, este género burlesco, estos documentos robados o parodias históricas, continúan una larga tradición iniciada en el cine por Basilio Martín Patino en el inacabado Caudillo (1976), un díptico histórico que representa a Franco como salvador y enviado divino mientras alterna con las imágenes de masacre de la guerra civil y testimonios visuales del bando republicano.Este ensayo materialista y dialéctico de Patino abriría las puertas a documentiras como Raza, el espíritu de Franco (Gonzalo Herralde, 1977), largometrajes sutiles y esperpénticos como Dragon Rapide (Jaime Camino, 1986), Espérame en el cielo (Antonio Mercero, 1987), Madregilda (Francisco Regueiro, 1993), la más reciente Buen Viaje, Excelencia (Albert Boadella, 2003) y, cómo no, todas las series de clips anónimos y satíricos que se comparten en la red. Sin duda, todos responden al mismo impulso: saldar cuentas con un trauma que, como recordara en su día Hal Foster, siempre tiene un momento en retardo.
Como Patino suele decir, una película siempre dura más que un dictador. Por eso él se adelantó a ese retardo (Caudillo se montó en 1974…)
Si a más gente le interesa el tema, que no se pierdan, además de las citadas, «El perro negro» de Peter Forgacs.
Ánimo con ese blog, que se va animando.