5. Salida / Mapa de situación
—… ha sido todo un éxito. Felicidades.
—Gracias, directora Murdock.
—Espero que no le haya molestado que le ocultásemos tanta información. Pero era crucial que terminara la exposición.
—Molestarme… no, no me ha molestado. Quiero decir… hubiera preferido conocer todo el plan, desde luego.
—Los anteriores sujetos… perdón, artistas… no lograban el equilibrio que usted sí posee entre labor intelectual y creatividad. Hemos tardado casi una década en encontrar a la persona adecuada, es decir, usted. Y únicamente era necesario un cambio de orientación, de las ideas a la acción.
—Le confieso que soy el primer sorprendido.
—No es para menos. Creímos haberlo conseguido con el poeta. Pero su proyecto de mezclar palabras se diluía una vez que se ponía en funcionamiento fuera de estas paredes.
—Me gustó la idea de la instalación sonora.
—También era una idea prometedora. Bueno, todos eran interesantes, cada uno a su manera. Cuando construimos la Máquina, creíamos que bastaba con educar la voluntad del individuo, pero no era así.
—¿Y fui yo quien más tiempo pasó en el sanatorio?
—Oh, no. En absoluto. La coreógrafa, por ejemplo, pasó cuatro años en nuestra institución. Con el pintor apenas necesitamos un par de semanas para comprobar que no íbamos en la buena dirección. Pero no es tanto una cuestión de tiempo, como acaba de ver. Era algo mucho más sutil, como suele ser todo lo complejo. Lo que le diferencia a usted de los demás, lo que lo convierte en alguien único es que ellos siempre pensaban hacia el interior. Había que operar un cambio de mirada, como ocurre con las fuerzas centrífuga y centrípeta. En ambos casos hay un giro, pero lo que cambia es el sentido en que se aplica la fuerza.
—¿Cómo se dieron cuenta?
—Al instalar el nuevo mapa de situación. Lo verá al salir. Cuando decidimos unir en un mapa la planta de los dos edificios, la idea se desveló con la claridad que aquello que es fundamental suele mostrarse.
—¿Y qué va a suceder ahora?
—Tenemos un regalo para usted. Adelante, ábralo.
—Parece una cámara réflex.
—Es una cámara réflex. Adaptada…
—Es una réplica muy bonita de la Máquina. Así les podré recordar.
—Oh, no, su uso no es decorativo. Funciona exactamente igual que la Máquina de Empatía.
—¿En miniatura?
—Ha completado su formación. Y nos gustaría hacer por otros lo mismo que hemos hecho con usted. Ya no tiene problemas para ver una obra de arte, ¿verdad?
—¿Y esperan que vaya por ahí capturando pacientes?
—Por supuesto que no. No está obligado a hacer nada. Únicamente le proporcionamos una herramienta para ayudar a otros sujet… pacientes. Utilícela cuando considere conveniente. Tenemos plena confianza en su criterio. Le explicaré cómo funciona.
Haces poco ruido. Eres ejemplar. Eres invisible. Así te han hecho. Cada día eres más obstinado, cada día despiertas más blanco. Todo lo que te ha acontecido hasta aquí, hasta hoy, era parte de tu aprendizaje.
Al salir del Sanatorio para Artistas de Nedham, echas un último vistazo al plano de situación. Es increíble el sentido que adquiere todo cuando uno retrocede y ve lo sucedido de un único vistazo. Es un gesto que te gustaba recordar en tus tiempos de profesor de estética, cuando gran parte de tu mundo consistía en ayudar a los demás a comprender. En adelante, les ayudarás también a intervenir, no sólo a comprender. Dar unos pasos hacia atrás, por mucho que el detalle despierte atención. Tratar de verlo todo en conjunto.
En el plano, justo donde se encuentra la salida, justo donde estás ahora, hay un lema:
USTED ESTÁ AQUÍ
PERO EL MUNDO NO SE DETENDRÁ JAMÁS
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